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Más invitados que nunca. Más gente de la cultura que otros años. Sobre todo artistas y escritores. La cena de los premios Ciutat de Palma fue ayer tan armoniosa que en el hall de la Escola d'Hoteleria Jaume Matas y Catalina Cirer se marcaron un baile sin música mientras esperaban. Atrás quedan las tensiones de s'Arruixada y otras críticas. Este año son todos los que están. Aunque faltó Eberhard Groseque y la gente de EU. Pero estaban invitados.

Los invitados fueron recibidos por el anfitrión, el alcalde Fageda, que estuvo acompañado por todo su equipo de gobierno y por las autoridades: Francesc Antich, president del Govern; Maria Antònia Munar, presidenta del CIM; Jaume Matas, ministro de Medio Ambiente; Maximilià Morales, presidente del Parlament; y Catalina Cirer, delegada del Gobierno.

Del mundo político también estuvieron presentes Damià Pons, Maria Antònia Vadell, Carme Feliu, Pere Muñoz, Miquel Àngel Marià y Antoni Roig, entre otros.

Las damas visiteron sobrio, como manda la moda de gala y los tiempos que corren. Posible guerra en Irak y chapapote. Los presidentes de los parlamentos de las comunidades españolas estuvieron también presentes en una fiesta en la que Joan Fageda se despide de Cort. «Señor alcalde, ¿éste es su último año?», le preguntaron. «El penúltimo, nunca hay un último», contestó.

La mayor representación fue del mundo cultural. Asistieron los pintores Pep Guerrero, Bàrbara Juan, Pep Llambias, Ñaco Fabré, Ricard Chiang, Joan Soler, Maria Lluïsa Magraner, Miquel Vidal, José Luis Maraver, Teresa Matas, Francisca Martí, Rafa Forteza, Vicenç Torres, Amador Magraner, Àngel P. Rodrigo, Nils Burwitz, Nicolás Forteza, Ellis Jacobson, Rafael Amengual, Jaume Mir, Amelia García y Navarro Galcerán. Las artes se completaba con los galeristas Jerónima Martínez, Patricia Estrada, Núria Carralda, Joan Oliver «Maneu», Xavier Fiol, Bernat Rebassa; y los críticos Gudi Moragues, Neus Cortés, Xesc Bujosa y Maria José Corominas, que protagonizó la única nota desagradable cuando gritó «vendida» a Maria Lluïsa Borràs antes de que ésta hablara del pintor ganador. No hay duda de que éste es un año electoral. Las buenas caras y las sonrisas, los saludos y apretones de manos, el buen «rollo». Los premios vuelven a concitarlos a todos y a todas y al espíritu festivo. Pere Muñoz y Catalina Cirer llegaron casi juntos y se abrazaron. Carme Feliu paseó a la candidata a Cort del PP por todas las mesas.

También asistieron muchos representantes del mundo de las letras, como los escritores Sebastià Alzamora, Joan Pla, Coco Meneses, Guillem Frontera, Gabriel Janer, Alexandre Ballester, Maria de la Pau Janer, Xavier Abraham, Tomeu Fiol, Cati Juan del Corral, Antoni Vidal Ferrando, Guillem Rosselló Bujosa, Rosa Maria Colom, Llorenç Capellà, Antònia Vicens o Àngel Terron. También hubo editores, como Francesc Moll, Lleonard Muntaner o Josep Joan Vidal.

El mundo de la cultura lo completaban Sebastià Gamundí, Josef Szaskanski, Josep Planas Muntanyà, Antoni Ramis, Joan Mas, Antoni Garau, Bernat Julià, Bernat Rabassa, Miquel Alenyar, Sebastià Serra o Simó Andreu.

También estuvieron los banqueros Gabriel Sagristà y Martí Torrandell; Àngel Reigosa, presidente del Tribunal Superior de Justicia; Pere A. Serra, presidente del Grup Serra; Tummy Bestard, agente consular en Balears de EEUU; el fiscal jefe Tomeu Barceló, y Llorenç Huguet, rector de la UIB.