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TONI LIMONGI/MARIANA DÍAZ
La muerte de Miquel Batllori, uno de los últimos sabios del siglo XX, fue lamentada ayer por todos los sectores culturales baleares y del resto de Països Catalans. No sólo reconocieron su indiscutible magisterio, sino que recordaron su intensa relación con Mallorca, donde vivió de 1941 a 1948, integrándose en la vida cultural local. Nunca perdió la relación con la Isla. Hoy se celebrará un funeral por su alma en la iglesia de Sant Pere de Sant Cugat, en Barcelona, al que asistirán Damià Pons, conseller de Cultura del Govern, y una delegación de la UIB.

Juan Andrés Llauger, superior del Colegio Monti-sion, comentó: «Había varias cosas que me impresionaban de él: el caudal histórico que había acumulado, su capacidad lúcida de crítica, su enorme capacidad de búsqueda y su aprecio por la cultura mallorquina, que conocía en profundidad. Batllori llamaba al catalán de Mallorca la llengua del bell parlar. No es frecuente encontrar a alguien que al final de su vida compaginase tan bien trabajo personal, publicaciones, asistencia a congresos y homenajes. Vivía así, en total consonancia con el mundo actual. Su trato sencillo y amable era exquisito. Murió pocos días después de finalizar el último tomo de sus obras completas, fue su último gran esfuerzo».

La historiadora Maria Barceló, presidenta de la Societat Arqueològica Lul·liana, le describió como «una figura de gran talla cultural, con una mente muy lúcida y gran elegancia, tanto en su talante como en su personalidad; era socio de honor de la Arqueològica y por su intercesión se pudo recuperar el legado de corespondencia de la familia de Pere d'Alcàntara Penya». Otro miembro de la Lul.liana, el arqueólogo Guillem Rosselló Bordoy, explicó que, «como maestro y amigo es una pérdida irreparable; le conocí en mi época de estudiante en Montisión y gracias a una conferencia suya entré en contacto con el cardenal Despuig y la Societat Lul·liana; siempre le tuve a mi lado en mi labor profesional y aunque no soy un experto en su trabajo puedo decir que de él aprendí muchísimo».

Eliseu Climent, editor de las obras de Batllori, decía ayer desde Valencia, que «perdemos uno de los grandes historiadores europeos de todos los tiempos y su obra completa demuestra hasta qué punto su interés por las cosas humanas era profundo». Para Climent era «un pensador universal» sobre un saber global» que «vivió medio exiliado en Mallorca porque era un liberal». En una época difícil impulsó «una escuela de conocimiento de la cultura catalana de Mallorca como fue el caso de Ramon Llull». «Más que nacionalista fue un catalanista cultural, más cultural que político y su aportación a la cultura catalana fue importante en tanto estudió en profundidad figuras clave de la misma, dándoles un sentido universal como prácticamente no se había hecho».

El filólogo catalán Martín de Riquer, ofició como padrino cuando, en 1998, le invistieron honoris causa por 11 universidades de la red Joan Lluis Vives: «Hasta ayer era la persona más importante de Cataluña humanística y literariamente; su obra, tan diversa, quedará como modelo de interpretación del pasado y sus trabajos sobre los Borgia o Ramon Llull dieron nuevas perspectivas a la interpretación de estos personajes». Como persona destacó su «mística, lucidez, expansividad y afectividad».