El Rey, que en compañía de la Reina inauguró la feria internacional
de arte contemporáneo de Madrid (Arco) que cerró sus puertas
anteayer, adquirió allí una de las pinturas del artista mallorquín
Miquel Barceló que presentaba sus últimos trabajos en el stand del
galerista suizo Bruno Bischofberger. Se trata de una marina
titulada «Noche de verano».
Sus Majestades, durante la inauguración, visitaron el stand
donde Bruno Bischofberger exponía casi en exclusiva -sólo con
alguna obra de Jean Michael Basquiat y Andy Warhol- la obra de
Barceló. Se mostraron muy interesados por su obra y expresaron su
preferencia por algunas de las piezas. Con esta nueva adquisición,
ya son dos los cuadros de Miquel Barceló que forman parte de la
colección privada de don Juan Carlos y doña Sofía, en la que
figuran otros artistas mallorquines.
Fueron dos los tipos de marinas exhibidas en Arco por Barceló.
Unas, de gran formato, sobrepasando los 200 x 300 cms, estaban
'construidas'a base de mucha, muchísima materia formando relieves.
Barceló sabe hacer pintura matérica y el espectador sabe que domina
ese campo. Por eso, el público que le sigue se sorprendió más con
las marinas de menor tamaño, bastante más planas y sin materia, en
las que el mar, el cielo y las nubes conforman los planos que
dividen la tela. Son cuadros en azules y blancos grisáceos que
apuntan una nueva línea de trabajo del artista sobre la que, en la
feria, no faltaron la controversia y los interrogantes como los que
recogimos por pasillos y galerías: ¿Hacía dónde apunta Barceló con
estas pinturas? ¿Son verdaderamente una nueva vía? ¿Esa superficie
plana proviene de su trabajo en cerámica, soporte en el que se
desenvuelve con facilidad? ¿Son fruto de una superproducción que le
exige el mercado y comienzan y acaban aquí?
Los responsables de Arco explicaron por qué Bischofberger,
marchante de Barceló, ocupó un espacio estelar en el pabellón 7,
fuera del 'territorio' acotado para Suiza, país invitado. Fue por
su potencia como galerista en el mercado internacional por lo que
gozó de este privilegio.
Bischofberger viajó a Madrid con una amplia colección de los
últimos barcelós, pintura en varios formatos, papeles, cerámica
negra y en terrisa. Esta última según la pauta del gran mural que
prepara para la Seu, barro cocido y esmaltado en azul con
expresionistas figuras de animales y vegetación.
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