«Los mimo-dramas pretenden ser reflejo y transmitir la tragedia,
la violencia, la injusticia, los placeres y todos los valores de la
sociedad», comentó Marceau. «Los actores, al igual que los
periodistas, somos los historiadores de ahora». En la función de
ayer, Bip, el personaje fetiche de Marceau, se transformó en
domador, músico de calle o fabricante de máscaras, y en cada uno de
los personajes que encarnó dejó constancia de la vulnerabilidad del
hombre. Marceau ha convencido el mundo que hacer a mimo es un arte
y ha conseguido trasladar al escenario su sabiduria de la vida sin
decir una palabra. «He consagrado mi vida a crear mi propio estilo,
inventando una gramática y un lenguaje propio de los mimos, y es
que dónde no hay gramática el arte no existe», dijo Marceau al
mismo tiempo que reconocía que «como solista, los mimo-dramas con
la edad se han hecho cada vez más profundos». Durante sus
espectáculos busca conectar con el público, y es que su filosofía
es «complacer al público antes que buscar el placer personal». A
pesar de definirse como una persona «elocuente, a quien gusta decir
las cosas esenciales cuándo habla, reconoce que le gusta hablar,
teorizar y ser maestro para poder delegar su arte porque «el arte
del mimo tiene un lugar importante en el mundo del arte y el
teatro».
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