TONI LIMONGI14/04/03 0:00
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El escritor castellano afincando en Selva Avelino Hernández, ganador del premio Miguel Delibes de narrativa en 1986, ha publicado el libro «La señora Lubomirska regresa a Polonia», una reflexión sobre el sufrimiento humano a través de una perspectiva intimista, utilizando la Europa del siglo XX como telón de fondo. El literato nacido en Soria asegura: «No es una novela histórica contada a través de una mujer. Más bien es un relato intimista, de reflexión. Su vida no es un pretexto para contar unos grandes acontecimientos. Al contrario, estos acontecimientos son el telón de fondo para contar los grandes sentimientos y contradicciones a los que se vió sometida, al igual que miles de personas».

Hernández explora la personalidad y vida de un personaje de ficción, Helena Standford y habla de la degradación de los campos de concentración, de la I Guerra Mundial, del miedo a la guerra fría y del escaso valor de la vida humana en tiempos de conflicto bélico. Hernández, autor de novelas como «Una casa en la orilla del río» (Espasa, 1988) y «Los hijos de Jonás» (Espasa, 2001), hace gala de una prosa cargada de elementos poéticos para describir el tormento interior de una mujer que muere en la soledad más absoluta. Desde una isla del Mediterráneo irá recordando en su delirio agónico -narrado en tiempo real- cómo fue su vida, marcada de forma apabullante por los grandes acontecimientos del siglo pasado.

Hernández es un gran conocedor de Centroeuropa, un espacio que le apasiona. «Creo que la narrativa española tiene que ponerse a la altura de la europea. Es necesaria una voz que repercuta en todo el continente. En esta novela he salido de las bardas y me he atrevido con un tema netamente europeo: la trayectoria vital de una generación que nace y muere con el siglo, entre el miedo y la frustración». El literato recuerda: «la I Guerra Mundial descoloca a una familia de terratenientes polacos. El conflicto bélico obliga a las personas a reaccionar de forma imprevista, poco natural. El padre muere por pura cobardía, por no saber afrontar los hechos».