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Como un acto de «afirmación» de la lengua y cultura catalana. Así definió ayer Joan Maria Pujals, director del Institut Ramon Llull, la inauguración de la sede balear de la institución, en Palma, a la que asistieron muchos intelectuales y creadores: escritores, actores, artistas, críticos, editores, músicos, galeristas. La sede se abre con una exposición de magníficos dibujos de Apel·les Fenosa sobre eLlibre d'Amic e Amat, de Ramon Llull, para una traducción al francés del poeta Max Jacob, obras «contra la barbarie de la guerra». Jacob murió en un campo de concentración nazi. También se muestra una colección de traducciones de autores baleares a otras lenguas.

Fue un acto de reivindicación de una identidad cultural «sin complejos» en unos tiempos en los que «la diversidad está de moda», según Damià Pons, conseller de Cultura del Govern, y a su «enriquecimiento» debe contribuir la «creación» en catalán. Entre los invitados, el conseller de Cultura de la Generalitat, Jordi Vilajoana, y el escritor Baltasar Porcel. El primero recordó que, hace tres años, cuando los governs catalán y balear acordaron la creación del Institut para la promoción exterior de la lengua y la cultura catalanas, fue una «decisión histórica para trabajar conjuntamente». Porcel abogó por la «creación» como elemento que da peso a una cultura. «¿Qué nos diferencia de Miami?», se preguntó. Entre las respuestas citó «los libros» por encima de «los hoteles». El escritor felicitó a la Conselleria de Cultura por la traducción de los autores baleares en catalán a otras lenguas. Porque si damos a «la gente de fuera» nuestras obras literarias «no sólo seremos sus camareros» y ellos «cambiarán la percepción» que tienen de nosotros al leerlas.

Tras los discursos, hubo música clásica por el Trio Romanza y «refresc» en el patio de la Sociedad General de Autores, otro ejemplo de colaboración. Decorando las tartas, frases de Ramon Llull en chocolate, todo un detalle. Pilar Arnau, directora adjunta de la sede, se estrenó como anfitriona en un acto político y festivo, pero, sobre todo, cultural. Como debe ser si se convoca bajo el nombre del sabio Llull.