Por primera vez se podrá ver en Mallorca una colección de 21
pinturas en gran formato de Miquel Barceló, un recorrido que
comienza en 1983 con «Hamlet» y finaliza con telas muy matéricas,
de 2002, que recuerdan las profundidades y la superficie del mar.
Comisariada por Enric Juncosa, director del Museo de Arte Moderno
de Dublín, la exposición se inaugurará el próximo día 30, a las
20.00 horas, en sa Llonja.
Esta muestra se inscribe en el programa «Miquel Barceló a les
Illes Balears» que, a partir del domingo, se irá abriendo al
público a lo largo de la semana en espacios de Formentera, Eivissa,
Menorca y Mallorca con escultura, dibujo, cerámica y pintura. Será
hasta el 31 de agosto. Es una oferta del Govern a través de la
Fundació Balears 21 que cuenta con el apoyo de la CAM. Barceló, que
se encuentra en Vietri (Italia) trabajando la cerámica para la
Capilla de Sant Pere de la Seu, asistirá a la inauguración de sa
Llonja. Ayer, día de la presentación, las explicaciones sobre su
trabajo las hizo el comisario. «Miguel está muy contento con esta
exposición», dijo. Como anécdota explicó que el padre del artista
felanitxer «insistía» para que expusiera en su tierra, ya que lo
hacía «en todas partes menos aquí».
Todas las técnicas pictóricas de Barceló, sus temas e intereses
plásticos están presentes en «esta pequeña retrospectiva» de sa
Llonja: El neoexpresionismo de los años ochenta y las referencias
literarias -«Miguel tiene una cultura enorme», aseguró el
comisario-; otras referencias, éstas en clave irónica, a Jackson
Pollock, uno de sus pintores admirados; la reivindicación de la
pintura y del poder de la metáfora; las perspectivas que no lo son
porque «pinta desde el suelo»; la mirada a Pompeya, a la estatuaria
clásica y la cerámica; una reivindicación «muy catalana»: la
poética de lo humilde, la artesanía; también el mar, siguiendo la
tradición del romanticismo, y la tempestad; los mercados africanos;
la tauromaquia, con el uso de la elipsis que también utiliza en los
paisajes de los 'cuadros blancos'; los autorretratos, entre ellos
«Gorille blanc sur la plage (1999); bodegones; naturalezas muertas;
el estudio en el que trabaja; y la materia, mucha materia, con la
que el artista, «que no es un pintor figurativo en el sentido
tradicional», construye su personal figuración. El súmmum de este
derroche matérico son las estalactitas de «La grotte»,
«Maredajilla» o «Grand fons submarí», todos de 2002, cuadros que
pinta en vertical mediante complicados juegos de poleas.
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