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La pasión de Andrés Ferrer por los libros surgió por casualidad hace 18 años cuando, un día, decidió comprar un lote de devocionarios. «Estaba en buen estado y lo adquirí», afirmó. Desde entonces, se ha dedicado a la búsqueda de nuevos volúmenes hasta reunir más de 400 piezas de las que, cerca de 200, podrán verse desde el próximo lunes en Can Marqués dentro de la exposición «Cien años de misales y devocionarios». «Colecciono libros por su encuadernación». De ahí que este elemento sea el protagonista de la muestra. «Cada una de las encuadernaciones es una pequeña obra de arte diferente en cada uno de los ejemplares».

La muestra, que incluye obras que abarcan desde el año 1668 hasta 1950, se divide en tres partes. En la primera se destacan los elementos exteriores como «el lomo, los cortes o los broches», dijo Luna Zapata, comisaria del montaje. En la segunda, se enseña «la parte interna» como «las cejas o los gofredos». Por último, se muestran las diferentes tapas, hechas con materiales tan diversos como «el cinc, el nácar, el carey o el cartón». «La exposición busca introducir a la gente en qué es la encuadernación y cómo se realiza», según Zapata. Por eso incide en cada una de sus diferentes partes más que en el contenido del propio libro y en su realización artesanal. Para Ferrer, «son obras de orfebrería».