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«Soy muy clásica y, aunque tengo como referencia otras músicas, interpreto los cantes de siempre». Estrella Morente nació con el arte en sus venas. Hija de Enrique Morente y de la bailaora Aurora Carbonell y nieta y sobrina de guitarrista y cantaores, desde pequeña vivió la música en su propia piel. Mañana, en Costa Nord, ofrecerá su primer concierto en la Isla tras su breve paso el año pasado por el mismo escenario acompañando a su padre. Lo hará arropada por su familia. «Habrá un pellizco de baile que recaerá en un primo mío de 15 años, 'el Popo', que nació en Mallorca».

-¿Cree que estaba predestinada a ser cantaora?
-Nacer en una familia aficionada a la música no hará que te dediques a cantar si no sientes el cante como propio. Si lo sientes, lo más probable es que caigas en la tentación y te unas al clan de los enamorados del arte y de la cultura que hay a tu alrededor.

-¿Le pesó en el momento de debutar su apellido?
-Nunca me ha dado miedo. Nunca he sido consciente de los errores que pueda sentir en esta profesión. Hasta ahora todo ha ido perfecto. Tengo que dar gracias porque todo me ha ido bien y porque me han respetado lo que me apetecía hacer, empezando por mi familia, mi gente más allegada y mi público. El vivir y el cantar para ellos es lo que hace que vuelva a nacer en cada tema.

-¿Su padre siempre la apoyó?
-Como cualquier padre, quería que sus hijos cumpliéramos un objetivo: ser personas preparadas para la vida. En mi casa esto significa respetar a los demás, estar contento con uno mismo y procurar ser feliz. De esta manera, podemos estar bien con el mundo y con la sociedad en la que vivimos, ya de por sí bastante dura.

-¿Fusionaría el flamenco con otras músicas como su padre?
-Hay que sentir el momento. Cualquier persona es capaz, dentro de su profesión, de alcanzar una meta alta pero, para lograrlo, hay que poder superarse constantemente. Hay que tener ganas de hacerlo y, yo, siento que puedo hacerlo. En el último disco de Enrique Morente he participado en un tema tecno. Además, me introduje en el mundo del flamenco y de la música profesional a través de «Manhattan», mi primera grabación con mi padre, un mestizaje entre el flamenco y el rock. Ahora, estoy abierta a cualquier cosa pero los momentos te marcan las pautas para ejecutar una cosa u otra. Siento las ganas de cantar lo que sé desde pequeña, lo que he aprendido en casa, es decir, el cante flamenco y jondo.

-La crítica te define como «una cantaora de raza». ¿Te sientes identificada con el término?
-Sí. Me gusta la raza que no está arraigada a ningún color. Para mí, la raza es el poder divino que tenemos los seres humanos en nuestro interior. El que echa raza a la vida le echa valor y ganas de superarse constantemente.

-¿Cree en el tópico que dice que para cantar jondo hay que haber sufrido?
-No. Pienso que hay que haber vivido y sentido. Me gusta ponerme en el lugar de los demás, algo que ayuda a la hora de cantar. Sería una locura si viviese todo lo que cantase porque son muchas cosas. Canto más que vivo.

-Tras dos años sin grabar, ¿está preparando algún disco?
-Estoy trabajando en un nuevo álbum, estudiando dónde nos meteremos a grabar porque, para mí, el sitio es fundamental. Me gustaría encontrar un lugar agradable y hermoso en el que pueda salir y ver el mar o la montaña. Va a ser un disco en el que estaré yo misma mostrando mi cantar y mi sentir. De ahí que necesite un lugar en el que estemos sólo mi cante y yo. Y mi gente.