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El príncipe Zígfrido, Odette y el señor Shtalbaum, entre otros, llenarán, hoy y mañana, el escenario del Auditòrium. Los personajes de «El lago de los cisnes» y de «Cascanueces» llegarán a Palma de la mano del ballet del Teatro Hermitage de San Petersburgo, una compañía creada en 1992 y que nació siguiendo una larga tradición familiar.

La principal característica de la formación es su respeto al original. «Hay que mantener la tradición, ninguno de los teatros actuales existentes son tan fieles al original como nosotros», afirmó Alexander Brouskin, director de la compañía. Para Brouskin, «introducir elementos nuevos a una pieza clásica significa echar a perder el montaje, va en detrimento del espectáculo».

El hecho de respetar la intención del autor no implica que las obras que representan «sean aburridas, viejas o hayan perdido su vigencia». Las «pequeñas innovaciones», es decir, lo que hace que «se mantengan vigentes», surgen de «los decorados o de los trajes vistosos», nunca de cambios en la coreografía. De esta manera, consiguen tener «una nueva vida» y no «pasan nunca de moda».

«El lago de los cisnes» y «El Cascanueces» no son «piezas excesivamente difíciles». Sí es difícil, sin embargo, conseguir ascender a bailarín solista del grupo. Llegar a ser solista significa «superar la dura competencia», según Evgueny Serdeshnov, bailarín solista del grupo. «Trabajamos todos los días de la semana desde que éramos casi unos niños», afirmó Tatiana Frolova, solista del ballet. Una disciplina «muy dura y férrea» y pocos descansos son la clave de la formación del ballet. «Me gusta ir de gira porque me permite escaparme un rato a la playa», dijo Frolova. Para Serdeshnov, «la mentalidad autoexigente se forma con el paso de los años». «Somos bailarines, no podemos pensar en nada más que no sea bailar».