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El patio de La Misericòrdia se convirtió, ayer por la noche, en un ir y venir de abrazos. Los gritos de alegría, las sonrisas e incluso las lágrimas protagonizaron el primer acto conmemorativo de los 20 años del Cor del Teatre Principal, la entrega de insignias de plata a los siete coristas que, desde 1983, han prestado sus voces a la formación.

Maria Antònia Munar, presidenta del CIM, fue la encargada de entregar las insignias a las sopranos Ana Moreira, Maria Sampol e Isabel Marín; los bajos Francesc Ramos y Jaume Llull y las mezzosopranos Maria Perelló y Jobita Mayol. Ésta última se encargó, en nombre de los homenajeados, del discurso de agradecimiento. Contó anécdotas, habló «del amor por la música de todos los cantantes» y del «sentimiento de hermandad generado» durante los años e hizo que más de uno se emocionara. Pero, sobre todo, destacó, entre lágrimas, lo mucho que echan de menos el Principal. «Es el testimonio mudo de nuestras vivencias».

Munar, por su parte, recordó los inicios del coro. «Tuve la suerte de poder participar en el proyecto desde el principio y recuerdo los pocos recursos económicos de los que se disponían». Al final de su discurso, aseguró que «se hará un gran esfuerzo para que el Principal pueda abrirse dentro de poco».

Al evento estaban invitados todos los miembros que, en un momento u otro, han formado parte del coro. De ahí la emoción de algunos, sobre todo de aquéllos que hacía muchos años que no se veían. Entre el público estaban Serafí Guiscafré y Rafel Nadal, los impulsores del proyecto. Ambos, recibieron felicitaciones y numerosos abrazos y, también, algún que otro recuerdo malicioso sobre lo duros que eran con los coristas. Tampoco faltaron Dolça Mulet, consellera de Cultura del CIM; Gabriel Coll, director gerente de la Fundació Teatre Principal y Francesc Bonnín, actual director de los coros. Fue una noche destinada y dedicada al recuerdo.