Los expertos en cerámica comparten la opinión de que el litigio
entre Miquel Barceló y Jeroni 'Murtó', por el que éste reclama al
artista la coautoría de unas 350 cerámicas realizadas en su taller
de Artà, es un tema de gran complejidad. Una y otra vez, se
recuerda la colaboración que existió entre Joan Miró y Josep
Llorens Artigas, de la que nacieron un buen número de cerámicas
firmadas por ambos. No en vano, Artigas declaraba: «No es una
cerámica decorada. Son, simplemente, cerámicas en las que no se
sabe dónde empieza el pintor y dónde acaba el ceramista».
El galerista Joan Oliver 'Maneu' recuerda que Miró se negó a dar
por acabado un tapiz que le entregaba Carola Torres porque sólo iba
firmado por él. «Al final, ella, por pura modestia, añadió al
nombre de Miró sus iniciales: C.T.». Según Maneu, en el caso de
Barceló y Murtó, «más que un conflicto por la coautoría, hay un
problema de calidad humana». Antonio Vivas, director de «Revista
Cerámica», dice no poder entrar en el fondo de un asunto que
desconoce, pero opina que «en líneas generales, el hecho de que se
dé soporte técnico en la realización de una pieza no conlleva la
autoría».
Para este experto en la materia, «es muy positivo para el mundo
de la cerámica que artistas como Picasso, Miró o Barceló se hayan
interesado en la experimentación de este lenguaje, aportando nuevas
ideas, y litigios como éste pueden actuar como factores
disuasorios». Por su parte, el escultor Joan Costa considera que
«aunque la técnica pueda ser auxiliar para la expresión de un
artista, quien en un momento dado recurre a un artesano -en
mayúsculas- para expresarse, la clave de este asunto está en el
acuerdo que pudiera haber entre Barceló y Murtó».
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