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EFE|PARÍS

El Centro Pompidou de París inauguró ayer una exposición monográfica sobre la primera y más vanguardista etapa artística de Joan Miró, de 1917 a 1934, bautizada con el título de una de sus obras maestras, «La naissance du monde». El Museo Nacional de Arte Moderno de Beaubourg ha dedicado un despliegue sin precedentes para reunir algunas de las creaciones más absolutas y enigmáticas del artista.

Más de 200 piezas, de ellas 120 cuadros y objetos, y otros tantos dibujos y collages mostrarán esta etapa creativa de Miró hasta el 28 de junio. La exposición sigue un orden cronológico en un intento de reflejar las incesantes idas y venidas, geográficas y conceptuales, del joven Miró al elaborar su «complejo lenguaje plástico, sin por ello perpetuarlo en fórmulas inamovibles», explicó la comisaria, Agnes de la Beaumelle.

Ese zig-zag se acompaña de un método que «es un poco un descubrimiento», pues en su continúo ir y venir de Montroig a París, del campo a la ciudad, Miró sentó las bases de su obra. «Gracias a ese dúo permanente que se nutre el uno al otro», Miró se impregnó de la «agitación política, intelectual y literaria parisiense» y, al mismo tiempo, encontró su equilibrio y sus raíces, en su tierra natal.