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Pedro Almodóvar dice que «La mala educación» no es autobiográfica. «No es una antología de anécdotas de mi pasado». Pero sí afirma que es su filme más personal y en el que está «representado por entero». «Mi corazón está todo ahí», señala. Almodóvar presentó ayer el film, que se estrena el próximo viernes, acompañado por los actores Fele Martínez, Daniel Giménez Cacho, Javier Cámara, Francisco Boira o Lluis Homar. Diez años ha tardado en dar forma a «La mala educación», una película que habla de dos niños que conocen el amor, el cine y el miedo en un colegio religioso de los años 60.

«La mala educación» aborda el tema de los abusos sexuales perpetrados por los curas en los colegios de los años sesenta. Una «monstruosidad» que Almodóvar retrata sin tapujos. «Me salen sapos por la boca. Se dice siempre que de lo que no se habla, no existe, y la Iglesia en ese aspecto es muy explícita. El Papa Juan XXIII, el gordito, el que nos cae bien, habló de los abusos que ya en aquel momento se cometían para recomendar silencio. Su postura es terrible, porque dice que lo horrible no es que sucedan, sino que se hable de ello».

«Hay mucha realidad en la película, pero hay mucha más manipulación, porque la ficción es la manipulación de la realidad y yo siempre he huido, todo lo que puedo, del documental y del naturalismo. La película no es un recuento de mis anécdotas, pero lo que es cierto es que ahí está mi corazón», señala. En ella se reflejan dos etapas de su vida que la han marcado. «Tanto los años de colegio como los años ochenta me han marcado, y esa marca y ese tono de las épocas están en la película. Los sesenta como unos años oscuros, y los ochenta llenos de color y libertad», apuntó el cineasta.