Un momento del ensayo de «Lucia di Lammermmor». Foto:MIGUEL ANGEL CAÑELLAS

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«Ocupen su sitio teniendo en cuenta que Edgardo todavía no ha entrado en escena y no ha llegado a la boda». Paul-Emile Fourny, director escénico de la «Lucia di Lammermmor» que está preparando la Fundació Teatre Principal, sitúa a los miembros del coro en sus puestos y da la orden de empezar. Todos cantan hasta que, de repente, entra Edgardo. «¡Quietísimos!», grita Francesc Bonnín a sus discípulos. Caras de estupor y de sorpresa y cuerpos atenazados. Mientras, Fourny retoca algunas posiciones para que, el 23 y 25 de abril, la obra se represente a la perfección en el Auditòrium. La primera pieza de la XVIII Temporada de Ópera de la Fundació habla de una historia de amor imposible, el de Lucía y Edgardo. Enrico, hermano de la protagonista, odia a Edgardo. Para superar los problemas financieros de su familia, decide casar a su hermana con Arturo. El día de le boda, sin embargo, aparece Edgardo. De ahí las caras de estupor de los miembros del coro. «El coro siempre está presente en los acontecimientos más importantes de la trama pero no los vive en primera persona», explicó Francesc Bonnín.

«Más fuerza, los de atrás tenéis que estar más quietos», grita Fourny. Delante del coro, los principales solistas: Valeria Esposito en el papel de Lucía; Luis Ledesma en el de Enrico y Julio Morales en el de Arturo. Falta Edgardo, rol que debía interpretar Stefano Secco pero que tuvo que rechazar en último momento debido a problemas familiares. Javier Palacios, su substituto, todavía no había llegado. Además de los solistas, la producción que prepara la Fundació tendrá una escenografía especial ideada por Fourny y basada en «los símbolos». Cada elemento recreará una de las claves de la historia. De esta manera, la gran puerta que dominará la escena simbolizará «la presión familiar que sufre Lucia». El techo, «separado de los laterales», explicará «cómo Lucia vive entre el cielo y la tierra». «Al no poder casarse con el hombre que ama, se vuelve loca y termina matando al hombre con la que le obligan a desposarse». Para el escenógrafo, Lucia «no es una criminal, es una mujer que debe sacrificarse por su familia». Una situación «actual», de ahí la utilización de símbolos. «Se trata de una historia moderna, aunque transcurra en el siglo XVII».

Una de las principales novedades que ha introducido el equipo de «Lucia di Lammermmor» es la recuperación de un aria que nunca suele interpretarse. «Para nosotros es básica porque explica por qué la protagonista se vuelve loca». Cuando Enrico comunica a su hermana que debe casarse con Arturo, Lucia acude a su confesor para pedirle ayuda. «Él la abandona y, esta pieza, recrea las razones que le da para dejarla de lado». Después de la escena de la boda llega el momento de descansar. Sólo son diez minutos que los intérpretes aprovechan para comentar la escena. «No creo que Enrico sea malo, hay un momento en el que se arrepiente de haber sacrificado a su hermana», explia Luis Ledesma, Enrico en la obra. Mientras, Roberto Paternostro, director musical de la ópera, comenta el clima tan diferente que se vive en la Isla. «Estoy acostumbrado a trabajar en Austria y Alemania y, allí, son más racionales. Aquí son más pasionales». El objetivo: lograr una Lucia mediterránea.