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La búsqueda expresiva e informalista en la materia y la fortaleza en el gesto son características que definen la retrospectiva que de la obra del pintor Jim Bird se exhibe, a partir de hoy y hasta el próximo 15 de agosto, en sa Llonja.

Nacido en Inglaterra, el artista fijó su residencia en Mallorca en 1968, y la alternó más tarde con estancias en Nueva York. Así, durante la década de los ochenta se relacionó con la pintura norteamericana, trabando amistad con algunos de los artistas más importantes de esta época como Robert Motherwell. «A partir de esta unión de amistad y admiración con Motherwell, uno de los fundadores del expresionismo abstracto y uno de sus miembros más prolíficos e influyentes, el trabajo de Bird fue derivando hacia esta tendencia», explica Gudi Moragues, comisaria de la exposición. «Fue entonces cuando el color negro se convirtió en protagonista de sus poderosas pinturas sígnicas», añade. Sobre este cromatismo, Jim Bird manifiesta que para él «sólo existen dos colores: el negro y todos los demás. El negro es todos los demás».

Orgulloso de exponer en sa Llonja, la realización de esta retrospectiva, que reúne sus piezas claves de los últimos dieciocho años, ha supuesto para este autor la observación de «la caótica evolución» de su obra. Esta afirmación tiene su porqué. «Cuando me voy a la cama por la noche, todo está solucionado en mi cabeza. Cuando me levanto por la mañana, todo vuelve a ser el caos», sentencia. No obstante, afirma que «una vez pintada, una obra nunca está acabada»; pero reconoce que nunca intenta rectificar un cuadro, «porque perdería espontaneidad».