Pintor, escultor, grabador y uno de los artistas con una
trayectoria más pura dentro de la abstracción española, Pablo
Palazuelo recibió ayer de manos de la infanta doña Cristina el
Premio Velázquez de Artes Plásticas en un acto celebrado en la sala
de Las Meninas del Prado. El galardón, en su tercera edición, fue
concedido al artista madrileño en reconocimiento «a la coherencia
de su trayectoria y a su capacidad de conciliar rigor y misterio»,
según el jurado. Palazuelo fue premiado «por la singularidad de una
obra secreta que se inscribe en las coordenadas de la abstracción
europea». En Palma, el Museu Es Baluard cuenta con una pieza del
artista.
Tras recibir le medalla del Premio, el subdirector del Museo
Reina Sofía, Kevin Power, leyó el discurso escrito por Palazuelo,
titulado «Las intuiciones imperceptibles», en el que el artista
consideró que la geometría está en el origen de la vida. El trabajo
de creación, en el que, «lo más importante es una escucha atenta,
pero modesta», te lleva a darte cuenta de que «todo se encuentra en
lo que te rodea y en ti mismo».
«El pensamiento mismo va o puede ir hasta un final». El artista,
en su trabajo, «no investiga» sino que busca «porque algo nos atrae
hacia algo que desconocemos y que presentimos», y consideró que
«una contemplación tranquila enseña muchas más cosas que todos los
libros». La actitud que hay que tener a la hora de aprender es la
de una atención que asemeja a una escucha: «Lo quieto se puede
escuchar, como se escucha el vacío», porque ni el vacío ni el
silencio existen en el universo. Doña Cristina, que con sus
palabras clausuró el acto, destacó la sinceridad y contemporaneidad
de la obra de Palazuelo.
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