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Investigadores de la UIB han trazado la evolución de las mayores comunidades talayóticas asentada en Mallorca desde el 800 a.C. hasta la conquista romana el 123 d.C. Fue la integrada por el complejo prehistórico del Puig de sa Morisca y los yacimientos del túmulo y la necrópolis de Son Ferrer, en Calvià.

Los arqueólogos Víctor Guerrero y Manel Calvo, codirectores de las excavaciones con Carles Quintana, han finalizado la primera fase de los resultados de los seis años de trabajo.

Los hallazgos han permitido obtener «una visión global y de conjunto de la evolución de este asentamiento humano de la zona de Santa Ponça en los distintos momentos de ocupación». «Cómo vivieron, qué explotación hicieron del terreno y qué relaciones mantuvieron» son, según Calvo, algunos de los interrogantes que encuentran ahora respuesta y que sitúan el momento álgido de actividad en el siglo V a. de C., con la llegada del mundo púnico. Este contacto «hace que la zona sea un eje central de la actividad económica y de los intercambios», según los objetos de importación recuperados.

Según Calvo, el análisis global que se ha obtenido de la zona es el más importante alcanzado en estos años de investigación. Los otros dos grupos que señala como más reveladores son, por una parte, «el descubrimiento de los restos más antiguos de comercio con los púnicos», cerámicas, una punta de flecha de bronce y un escarabeu. Por otra parte, la cueva sellada del túmulo de son Ferrer, que permitirá conocer mejor la población de la época.

Mientras en la necrópolis aparecían básicamente entierros de neonatos de unas 40 semanas introducidos en urnas y contenedores de diversos materiales, la cueva fue utilizada para entierros de adultos.