El mural de cerámica creado por Miquel Barceló para la Capilla
de Sant Pere de la Catedral es una explosión de naturaleza, flora y
fauna mediterránea, para ilustrar el milagro de los panes y los
peces que enmarca una sutil imagen de Cristo resucitado. Así se
pudo comprobar ayer en la breve visita permitida por el Cabildo
previa a la presentación oficial anunciada por la Fundació Art a la
Seu para el próximo lunes. Tras dos años desde la presentación del
proyecto, el 29 de agosto de 2002, con presencia del artista, se
desvela ahora el trabajo que Barceló creo en un pueblecito
italiano, Vietri, con ayuda del ceramista Vincenzo Santoriello,
sobre un tema que le fue sugerido por el obispo Teodor Úbeda, según
comentó entonces Barceló.
El mural de cerámica, que es la primera fase de una intervención
global de Barceló en la Capilla de Sant Pere, ocupa la parte
central y laterales de la misma, una superficie de unos 300 metros
cuadrados, y ha sido instalado mediante 1.500 puntos de anclaje
sobre la pared para permitir que ésta respire y evitar las
condensación de humedad. Bajo la cerámica quedarán unas pinturas
del siglo XIV encontradas durante el proceso previo de puesta a
punto de la Capilla antes de la llegada de la cerámica. En Vietri,
en una nave adecuada especialmente para la ocasión, de unos 1.500
metros cuadrado por 17 de alto, Barceló y Santoriello idearon todo
un sistema de andamios para que el artista pudiera moldear con sus
puños, y desde atrás, las imágenes que ahora se podrán ver en la
Seu a modo de un gran relieve en el que los elementos de la fauna
marina cobran vida.
Para cocer la terracota el ceramista italiano también patentó un
horno especial en el que el proceso de cocción de la cerámica llegó
hasta 1.000 grados de temperatura. En algunas declaraciones Barceló
comentó que este sistema de trabajo le suponía «un gran esfuerzo
físico». Esta piel cerámica para la Capilla de Sant Pere se ha
conseguido con 300.000 kilos de arcilla preparada para responder a
las exigencias técnicas y artísticas y 2.000 kilos de esmalte. Como
se puede apreciar en las imágenes que acompañan estas líneas,
Barceló puso su acento en los tonos rojos, ocres, amarillos, verdes
y azules en diferentes gamas en la misma manera en que los ofrece
la naturaleza.
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