Ascensores clausurados; insalvables desniveles entre pisos;
escaleras por todas partes; plantas y entreplantas; rampas que no
cumplen la normativa. El interior del Museu de Mallorca es una
frontera infranqueable para quienes sufren problemas de movilidad.
Por ello, dentro de la inminente reforma que se acometerán en el
mismo, la estrella es el plan de accesibilidad, elaborado en la
dirección general de Arquitectura y Habitatge del Govern.
Sillas de ruedas, carritos de bebés, personas mayores, uso de
muletas. Hoy, quienes se encuentran en alguna de estas situaciones
lo tienen difícil para visitar el centro. Por ello la importancia
del plan de supresión de barreras arquitectónicas, que ya «cuenta
con todas las bendiciones», según Joana Maria Palou, directora del
Museu. Ha pasado por las comisiones de Patrimoni Històric del CIM y
de Centre Històric de Cort.
Palou insistió en que «la razón de ser del museo es el acceso al
mismo, son los usuarios». Con la supresión de las barreras «se
ejemplariza la ley en un espacio público emblemático».
El arquitecto Jaume Mayans, de la dirección general de
Arquitectura y Habitatge, tuvo que enfrentarse a una construcción
barroca diseñada como vivienda, no como museo, catalogada como Bien
de Interés Cultural (BIC) que fue el palacio de los condes de
Aiamans, conocido como Ca la Gran Cristiana. Cuando se abrió al
público, en los setenta, las leyes no contemplaban la
accesibilidad.
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