Joan Manuel Serrat, junto a la Orquestra Simfònica de Balears,
puso el broche musical a la Diada de Mallorca en el patio de la
Misericòrdia de Palma. Pasadas la nueve y media, después del
discurso de la presidenta del Consell, Maria Antònia Munar, el
cantautor catalán subió al escenario para presentar en directo su
último trabajo discográfico, «Serrat Sinfónico», acompañado en esta
ocasión por la orquesta sinfónica local.
Bajo la dirección musical de Joan Albert Amargós, Ricard
Miralles al piano y Roger Bas en la percusión, Serrat desplegó todo
su encanto, su poesía de siempre; sin embargo cada vez más sabia,
más talentosa. Fue el mismo de siempre pero casi de etiqueta,
vestido con conjunto de chaqueta y pantalón negros, camisa blanca y
zapatos negros, componiendo un concierto con mayúsculas, apoyado en
un impecable ensamble musical por parte de la Simfònica de Balears.
Abrió el concierto con «Mil perfums, mil colors», bajo la atenta
mirada de un auditorio repleto, con mayoría de autoridades e
invitados.
Al terminar la canción, Serrat se despachó con un «buenas noches
a todos los mallorquines y mallorquinas». Dijo estar feliz de estar
en Palma y deseó a todos para esta Diada «paz, libertad y armonía».
Llegó entonces, casi como un anuncio, «Mi niñez», brillantemente
interpretada, como si la canción fuese siempre otra, como si la
cantase siempre como la primera vez. «Canço de la Matinada», tema
que trepó en su momento hasta el número uno en la lista de discos,
fue lo siguiente. «Pare», otra bella e histórica canción, reclamó
el aplauso de un público algo distante, que fue calentando las
palmas a medida que transcurrió el concierto.
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