Cuando Picasso descubrió en 1946 el mundo de la cerámica, se
abrió ante él un universo de posibilidades. Con el barro podía
tratar las formas, técnicas y motivos que le apetecieran y
experimentar, una constante en su vida y en su obra. El Museu Es
Baluard inauguró ayer noche en la Sala Aljub y en el Espai -1 «El
gesto multiplicado: cerámicas de Picasso», una visión global que
recorre cada uno de los aspectos que trató y que supone la mayor
exposición de cerámicas de Picasso realizada en España. La muestra
presenta 152 piezas que van desde 1947 hasta 1971 y que proceden de
los fondos de Es Baluard y de varios coleccionistas privados, todos
ellos mallorquines, entre los que destacan la Col·lecció Serra, que
aporta 60 piezas, y la Colección Preferente, con 51 piezas. Joan
Oliver «Maneu» ha prestado cinco y Joan Fageda, Alfonso
Ballesteros, Rosa Regi y un coleccionista anónimo, una obra cada
uno.
Picasso llegó a la cerámica de forma casual tras visitar la
feria de artesanía de Vallauris en 1946. Un año después, regresó a
la localidad cargado de dibujos y empezó a trabajar en el taller de
Madoura junto a Suzanne y Georges Ramié. «En ningún momento vio la
cerámica como un arte menor, sino que se preocupó por cada pieza.
Para él, era arte, no artesanía», afirma Dolores Duran, comisaria
de la exposición. Sus primeras incursiones denotan la herencia de
la pintura, utilizando «superficies planas que se parecen a los
lienzos» y centrándose en «platos y fuentes», como, por ejemplo,
dos piezas de la primera vajilla que realizó, «Cara negra», o «Cara
en una estrella». En una segunda etapa, Picasso se adentró en «la
tridimensionalidad». «Se basó en piezas preexistentes y empezó a
modificar piezas». De esta época, la exposición presenta cerámicas
como «Gran jarrón con bailarines», «decorado con figuras
envolventes en forma de círculo que dan la sensación de una
continuidad infinita», la pieza más destacada del montaje.
La evolución lleva a Picasso a una tercera etapa, en la que «se
libera de las formas tradicionales». «Crea sus propias cerámicas
basándose en dos o tres elementos que, después, deconstruye y
combina de manera diferente», situándose, de esta manera, «más
cerca de la escultura». El jarrón «Pájaro en gran corrida» o los
diferentes «Búhos de madera» son dos ejemplos que presenta la
muestra. El artista plasmó en las cerámicas la misma temática que
planteó en el resto de su obra. «La tauromaquia, los rostros de
mujer, la mitología o la reinterpretación de los clásicos españoles
son una constante». Además, y por primera vez, Picasso introdujo el
concepto de serie. «Al igual que hizo con los grabados, el artista
realizó varias tirajes de cerámicas que numeró para ayudar a
popularizar y a democratizar el arte». Así, la exposición incluye
tres piezas únicas que se complementan con otras seriadas.
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