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Hoy, día 28 de enero, se celebra el 25 aniversario de la muerte del escritor Llorenç Villalonga. Nacido en 1897 y fallecido en 1980, es autor de novelas tan esenciales para la literatura mallorquina como «Mort de Dama» o «Bearn».

La Casa Museu Llorenç Villalonga ha preparado para este año una serie de actos conmemorativos. Según explicó ayer Catalina Sureda, directora de este centro, en septiembre se realizará la exposición «Villalonga a París», donde a través de paneles, fotos e ilustraciones se dará a conocer la estrecha relación del literato mallorquín con la capital gala. En julio también se realizará un viaje guiado por la ciudad de las luces, suguiendo un itinerario. De septiembre a octubre, conjuntamente con el Departament de Català de la UIB, se ofrecerá un curso sobre el escritor de «L'hereva de dona Obdúlia».

Villalonga estudió el bachillerato en el Institut Balear de Palma. Hizo la carrera de Medicina en las Universidades de Murcia, Barcelona, Madrid y Zaragoza, donde se licenció en 1927. Ese año abrió un consultorio en Palma y poco después trabajó en la clínica Peñaranda. Más tarde entraría a trabajar en el Hospital Provincial y, posteriormente, en el Hospital Psiquiátrico.

Paralelamente a su labor como médico, fue desarrollando una intensa labor como escritor. Damià Pons, director de la revista «Lluc» y ex conseller d'Educació i Cultura, asegura que «Villalonga tuvo una verdadera vocación de escritor, plasmada en sus novelas, pero también en numerosos artículos de prensa. Escribió desde 1920 hasta 1975, es decir, 55 años de intensa pasión literaria. Supo construir un mundo literario propio. No tuvo nunca una enorme cantidad de lectores, pero su significación en las letras mallorquinas es importantísima. Prueba de ello es la cantidad de literatura crítica sobre su obra que se continúa generando hoy en día: sin duda, uno de los grandes escritores del siglo XX; a nivel local y europeo».

En 1931 editó la novela «Mort de Dama», con el pseudónimo de Dhey. Su ácida visión de la aristocracia mallorquina acabó en polémica. También utilizó otros pseudónimos: M. Medianaveitia, Dentón, Iriondo, Chop y J. Antonio Cascabeles. En 1936 se especializó en psiquiatría en Barcelona, perfeccionando sus estudios en París. En 1934 y 1936 dirigió la revista «Brisas», convirtiéndose en animador literario. Al llegar la contienda civil española se posicionó a favor del régimen. A consecuencia del bombardeo de Palma, se trasladó con su esposa, Teresa Gelabert, a Binissalem. Desde sus inicios como escritor se mostró reacio a las posturas catalanistas, aunque luego obtuvo el reconocimiento de generaciones posteriores. Baltasar Porcel asegura que «en los círculos afines al Principat decían que escribía Dois d'en Dhey». El literato de Andratx se carteó intensamente con el autor de «El misàntrop», manteniendo una intensa amistad. Esa relación fue apuntada por el autor de «Bearn» en «L'àngel rebel».

El escritor Guillem Frontera también conoció a Villalonga. Adaptó «Mort de Dama» al teatro y dos versiones de los «Desbarats». Para Radio Nacional adaptó «Bearn» y «La novel.la de Palmira». El artífice de «Els carnissers» asegura que «Villalonga comienza a no ser tan leído, su presencia comienza a bajar en la vida literaria y cultural mallorquina. Lo que es de lamentar. Yo le tenía un gran respeto. El escritor había construido a la persona. Era un personaje bastante literario: pensaba y se movía como uno de sus personajes». Otro de los literatos que frecuentó al autor es Jaume Pomar. En los próximos meses, tanto Pomar como Porcel publicarán numerosa correspondencia inédita del escritor. Se desvelarán opiniones que tal vez no sean del agrado de todos.

El político y escritor Damià Ferrà Pons mantuvo, durante los años 70, una intensa relación con el autor de «Andrea Victrix». Desde su despacho recuerda: «Nos veíamos a menudo, y yo tomaba notas de lo que decía. Me parecía una persona que no encajaba muy bien en la sociedad mallorquina de la época. Era bastante solitario, hecho para sí mismo. Tuvo una juventud marcada por las vanguardias de los años 20. No era para nada una persona plegada a los convencionalismos, aunque es cierto que a partir de una edad se casó y adoptó una vida acomodada». Ferrà Pons realizó una serie de transcripciones autobiográficas en la revista «Randa». También escribió una serie de artículos sobre su persona que serían recogidos en un volumen «Notes sobre Llorenç Villalonga». Siguiendo estos textos podemos reconocer algunas referencias reales de su obra de ficción.