El poeta, escritor y pintor de Alcázar de San Juan Antonio
Fernández Molina murió el sábado de un infarto de miocardio a los
77 años en Zaragoza, donde residía desde los años setenta, tras
abandonar Palma, donde trabajó con el escritor Camilo José Cela.
Según informaron fuentes cercanas a la familia, la muerte de
Fernández Molina, que recientemente fue propuesto como candidato al
premio Príncipe de Asturias de las Letras, fue repentina como
consecuencia de los problemas coronarios que padecía.
Antonio Fernández Molina se instaló en Palma en 1964 para
trabajar como secretario de redacción de la revista cultural
«Papeles de Son Armadams» cuando Camilo José Cela se trasladó a La
Bonanova. En Ciutat vivió en unas cases de possessió de la calle
Francisco Vidal, donde también residía el pintor Ellis Jacobson, a
pocos metros de la casa de Cela quien, cariñosamente, le llamaba
«el poeta». En 1969 fue Premio Ciutat de Palma de novela por «Un
caracol en la cocina». En 1971, la editorial mallorquina Bajarí,
que dirigía Octavio Aguilera, le publicó un folleto de pequeñas
obras teatrales titulado «Cuatro piezas sumergidas», que se
completaba con dibujos del propio Fernández Molina. Uno de sus
amigos de entonces recordaba ayer que «no se adaptó a Mallorca por
diferentes motivos, entre los que podríamos mencionar el no
entender ni querer entender nuestra lengua». Y otro le calificó
como «contradictorio».
Su candidatura al premio Príncipe de Asturias de la Letras ha
sido presentada en varias ocasiones por la Fundación Camilo José
Cela y ha contado con el aval de José Antonio Labordeta, Gloria
Fuertes, Pere Gimferrer, Gabriel Celaya, Víctor García de la
Concha, Guillermo Díaz Plaja o Fernando Arrabal. El Ayuntamiento de
su pueblo natal anunció su intención de recabar el respaldo de la
Administración regional y de entidades culturales y artísticas de
Castilla-La Mancha para esta iniciativa y de nombrarle hijo
adoptivo. Su obra se caracterizó por estar vinculada con las
vanguardias del siglo XX. Títulos como «Solo de trompeta», «La
tienda de ausente», «En Cejunta y Gamud», «El león recién salido de
la peluquería» forman parte de su obra narrativa. Como pintor fue
considerado como surrealista.
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