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LAURA MOYA
Conocer las tradiciones culturales del Alguer y profundizar en su lengua. Éste es el objetivo del viaje promovido desde el Consell de Mallorca y realizado a través del Servei d'Activitats Culturals de la Universitat de les Illes Balears (UIB) que, desde el pasado jueves, ha llevado a 48 universitarios hasta Cerdeña. Durante cinco días, los estudiantes conocerán en profundidad una ciudad y una isla que durante años estuvo bajo el dominio de la corona catalanoaragonesa y en la que todavía se conservan elementos de aquella época, tanto lingüísticos como culturales. Los 48 alumnos de la UIB proceden de varias carreras, desde bioquímica hasta historia pasando por magisterio, filosofía, psicología o biología, entre otras. Para lograr acceder a la iniciativa, promovida por la dirección insular de Joventut, los estudiantes tuvieron que presentar su expediente académico, escogiéndose los 48 finales entre los que obtuvieron una mayor puntuación.

El viaje empezó el jueves con una breve visita al centro histórico del Alguer, una ciudad de sólo 40.000 habitantes que en verano triplica o cuadruplica su población debido al turismo. Antes de la llegada de Pere «el Ceremoniós», el primer rey catalán que logró pisar tierra sarda en 1353, Cerdeña había formado parte de Bizancio, Génova y Pisa. Jaume II fue el primer rey catalán en intentar la conquista, aunque fue su hijo Alfons quien, realmente, realizó las primeras maniobras. Sin embargo, no tuvieron suerte y no fue hasta 1354 cuando pasó a formar parte de la corona catalanoaragonesa, tras solventar algunas revueltas de sus habitantes que no veían con buenos ojos la llegada de los nuevos invasores.

Lo primero que hizo Pere «el Ceremoniós» al llegar fue prohibir que los sardos vivieron en el Alguer, convirtiendo la ciudad en una colonia de catalanes procedentes de todo el reino, incluso de Mallorca. Los sardos sólo podían acceder a la localidad durante el día. Por la noche, tenían que abandonarla. Esta situación ha propiciado, a lo largo del tiempo, que el catalán pueda continuar hoy vigente. Además, el hecho de que las dinastías gobernantes del Alguer hayan pertenecido a familias catalanas hasta hace relativamente poco, también ha ayudado a que en la actualidad el catalán no haya desaparecido. Un ejemplo de este hecho se encuentra en el nombre de las calles, siempre en italiano y en catalán, y en la pervivencia de restos arquitectónicos del gótico catalán que pueden encontrarse en los edificios más significativos, como el Palau del Governador.