George Sheridan utiliza la pintura como un instrumento para
autoconocerse. «No busco la fama o el dinero, busco poder
expresarme tal y como soy, profundizar en mi personalidad», dice el
artista. A través de sus obras, y de los años, Sheridan ha ido
conformando un universo repleto de colores en el que ha querido
basarse en la experimentación constante y no estancarse. Desde ayer
noche, el Museu de Sóller presenta su primera exposición
retrospectiva, «Una vida para el arte», que recoge sesenta años de
profesión.
«He dedicado toda mi vida a la pintura, mi gran pasión».
Sheridan empezó sus estudios en Boston para después trasladarse a
París. Durante 23 años, hizo de la capital francesa su residencia
hasta que descubrió Deià. «Conocí Mallorca gracias a William
Waldren, con quien fundé el movimiento Es Deu des Teix, muy
conocido por ser la primera colaboración entre artistas extranjeros
y artistas mallorquines».
En 1972, decidió trasladar su hogar a la localidad de la Serra
de la Tramuntana y convertirla en protagonista de sus obras. «Me
enamoré del cielo y del mar de Deià, de su tranquilidad, de su
paz». Según el autor, «mi trabajo refleja mi amor por Mallorca».
«Un artista siempre está influenciado por el entorno que le rodea.
Mallorca es un paraíso para cualquier creador».
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