Un viaje a través de 57 obras que presentan las diferentes
poéticas de la escultura contemporánea. Ésta es la esencia de la
exposición «Pensar les formes. Escultures contemporànies a les
col·leccions mallorquines», que se inaugura hoy en el Museu Es
Baluard y que recoge un siglo de arte a través de diferentes
tendencias y procesos creativos. El nexo común: que las piezas
proceden de colecciones mallorquinas. La muestra, que se divide
entre la Sala Aljub y las terrazas de la planta 1, empieza en 1905
y finaliza en 2005. En total han aportado obra cinco coleccionistas
mallorquines que participan de manera anónima y tres instituciones
(Govern, Consell y Ajuntament de Palma, con una pieza cada uno).
«Uno de los objetivos del montaje es presentar al espectador unas
obras que no suelen mostrarse», explicó Marie-Claire Uberquoi,
directora de Es Baluard. Además, es un exponente del «interés de la
sociedad civil mallorquina por el arte», un interés que «no se ha
limitado a Balears si no que se ha abierto a la creación
internacional». «El siglo XX y lo que llevamos del XXI es un
periodo dilatado en el que la escultura ha experimentado una
metamorfosis brutal. Se han abierto múltiples vías de investigación
que ha cambiado la visión del arte».
El resultado de la selección es «un grupo heterogéneo» y
«ecléctico» que conforma «una mirada amplia a tendencias y
generaciones», según Dolores Durán, comisaria de «Pensar les
formes. Escultures contemporànies a les col·leccions mallorquines».
Los creadores presentes son «artistas consagrados fuera de nuestras
fronteras» como Calder, Picasso o Man Ray que se han
contextualizado con «autores autóctonos» como Mompó, Amador o Susy
Gómez. La exposición pretende que el espectador protagonice junto a
las esculturas la muestra. Que no sea un sujeto pasivo si no
activo. «Presentamos las piezas individualmente y buscamos que el
intérprete se acerque y las interprete a su manera». De esta
manera, «recuperamos el protagonismo del lector», un lector que se
enfrenta a una pieza como si se tratara de «una metáfora abierta» y
que «se acerca a ella libremente». «El arte sin interlocutor no
existe de ahí que hayamos querido que el espectador se implique y
que participe de este viaje por el mundo de la escultura
contemporánea de una forma libre y dejando de lado cualquier
cuestión historicista», según Duran.
«La parisienne», de Arístides Maillol, es la pieza más antigua
de la muestra, mientras que «Oracle», de Patrick Guino, es la más
reciente. Entre y entre, transcurren cien años marcados por los
cambios y el eclecticismo que centran «Pensar les formes.
Escultures contemporànies a les col·leccions mallorquines».
Magdalena Abakanowicz, por ejemplo, y su crítica de la pérdida de
identidad están presentes con «Standing figure», de 1986, «una
figura humana sin cabeza que representa a un personaje anónimo».
Pierre Alechinsky, con «Planxes», dos libros en los que deja
entrever su relación con los escritores y Arman y «Venus à la
pomme» ejemplifica lo que el propio artista denominó como
esculturas tridimensionales progresivos. La muestra se completa con
tres estudios previos o maquetas de Santiago Calatrava, Joan Costa
o Antoni Coll. Y con otros muchos nombres como los mallorquines
Josep Maria Sirvent, Josep Maria Alcover, Glòria Mas o Joan Soler
Rebassa o como Miró, Ernst, Chillida, Haring, Pomodoro, Calder,
Fautrier, Lüpertz o Moore, hasta completar la lista de 57
artistas.
Las piezas se han dividido entre la Sala Aljub y las terrazas de
la Planta 1 siguiendo criterios de conservación, estando al aire
libre aquellas que resisten tanto el viento como la lluvia y, en el
interior, el resto. No existe un itinerario concreto, el espectador
es libre de recorrer la muestra a su antojo y de adentrarse en cada
una de las piezas de la forma que crea conveniente.
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