El Premio Príncipe de Asturias de las Artes reconoció ayer, por
primera vez en sus 25 años de historia, al mundo de la danza
clásica con la concesión del galardón a la mítica coreógrafa y
bailarina Maya Plisetskaya, por hacer de esta disciplina «una forma
de poesía en movimiento», y a la joven Tamara Rojo, por su «madurez
interpretativa».
La candidatura conjunta fue propuesta por varios miembros del
jurado que, por primera vez en los últimas doce ediciones, emitió
el fallo por unanimidad. El jurado reconoció en ambas su
«excepcional trayectoria en el mundo de la danza, en el que son
reconocidas como la más alta expresión de sus generaciones
respectivas» y, en el caso de Plisetskaya, el haber sabido conjugar
una «exquisita calidad técnica con la sensibilidad artística y
humana, ejerciendo su magisterio sobre bailarines jóvenes y
consagrados del mundo entero».
De Tamara Rojo, el jurado destacó una «combinación incomparable»
entre la mejor tradición clásica y la exigencia de superar nuevos
retos, «prueba de una madurez interpretativa que le otorga una
posición de privilegio a los más relevantes escenarios». «Estoy muy
emocionada y muy orgullosa, pero sobre todo muy contenta por la
danza española», señaló Tamara Rojo al conocer la noticia en Seúl,
donde se encuentra de gira con el Royal Ballet de Londres. «Enorme
alegría, totalmente inesperada» fueron las primeras palabras de
Plitseskaya.
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