El próximo 13 de julio, unos cuarenta mallorquines viajarán a
París para rememorar el escenario de los paseos y los textos del
escritor Llorenç Villalonga. El profesor lector de catalán en la
Universidad de La Sorbonne Nouvelle de París, el tarraconense Raúl
David Martínez, ha preparado el recorrido, que también guiará, por
encargo de la Fundació Casa Museu Llorenç Villalonga.
-¿Cuándo llegó Llorenç Villalonga a París por primera
vez?
-Fue en marzo de 1929. Había terminado la carrera de Medicina y
vino un mes a realizar un curso de formación en el Hôtel Dieu.
Después regresó a París, como mínimo, tres veces más, en 1949, 1952
y 1954, siempre con su mujer.
-¿La mejor estancia fue la primera?
-Es muy diferente cuando viene en 1929 con 32 años que después, en
el 49, con 52 años. En la primera estancia descubre París y sus
encantos, la otra es un viaje que hace con su mujer y en el que
viene a reencontrar el París de su juventud. Queda decepcionado
porque París ha cambiado y él también. Hay un paralelismo entre
estas dos visitas y «Bearn». La primera descubre un París que
permite la entrada en unos ambientes más libertinos y la segunda es
una rememoración del primer viaje.
-¿Tiene esa dualidad algo que ver con los grandes
cambios durante la vida de Villalonga?
-Villalonga es un personaje que se adapta a las circunstancias para
obtener siempre el máximo beneficio. Procede de una familia de
militares, de ideas tradicionales, no demasiado revolucionarias.
Políticamente siempre exhibe una cierta independencia pero sus
referencias políticas son españolas y más bien conservadoras. Sin
justificarlo, en el momento de la Guerra Civil, ya había escrito
sobre política y sobre la República.
-El orden es una de sus máximas vitales.
-Sí, el orden asociado a una tradición conservadora y liberal, más
que revolucionaria. Al estallar la Guerra Civil, él es partidario
del orden, simplemente. Si hubiera habido una república de derechas
que hubiera garantizado el orden, habría sido republicano de
derechas.
-Y entonces, se hizo falangista.
-Él se hace falangista por los contactos personales y porque está
seducido por la idea de regeneración de un poder fuerte que es
Falange y que en otros Estados está representado por el comunismo.
Villalonga dice que después de la Primera Guerra Mundial surgen dos
fuerzas políticas que seducen y ofrecen un paradigma nuevo, y las
equipara: el fascismo y el comunismo. Las compara como dos formas
gemelas.
-Villalonga era un gran individualista. ¿Qué papel juega
ese comportamiento en su ideología?
-Villalonga es un gran individualista y el comunismo, por
definición, es contrario a la iniciativa individual. El falangismo
le permite mantener su individualismo, aunque tiene puntos de
contacto con el comunismo. Lo que pasó es que Franco, en seguida,
desvirtuó los valores del movimiento falangista y se transformó en
una dictadura personal. Villalonga se da cuenta de que no es un
régimen ideológico sino una dictadura muy personal, basada en unos
valores católicos, ligados a la personalidad de Franco. Toma
distancia pero se sigue sintiendo cercano al régimen.
-París fue un mito para el escritor, ¿qué le ofrecía la
cultura francesa?
-La cultura francesa le proporcionaba ironía, la falsedad de decir
una cosa y pensar lo contrario, un ejercicio de lucidez, decir sin
decir, un mecanismo intelectual en el que Llorenç Villalonga era un
experto. Es la base del discurso literario, escribir una novela
para explicar una serie de cosas a partir de la reelaboración de
unos elementos, de la transformación y distorsión de la
realidad.
-Usted ha preparado los paseos villalonguianos por
París. ¿En qué consistirán?
-El primer día, el 14 de julio, fiesta nacional francesa,
empezaremos por los barrios biográficos de Villalonga, el Hôtel
Dieu donde se formó durante su stage, por L'Ille de la Cité que
cita a veces y por les Quais de la Seine donde se pasea. Otro día,
iremos a la parte biográfica en relación a las novelas que son el
Hôtel du Louvre, la Place Royale y el Grandefour, la capilla de San
Roque y el Grand Hôtel. Allí se forjó la relación entre el señor X
y Flo la Vigne, en «El ángel rebelde». También visitaremos la pera,
un referente intertextual para la construcción de los personajes de
Bearn y para la arquitectura de la obra. Otra parte del itinerario
recorrerá la parte más proustiana: la place Vandôme, les Tulleries,
la place Concorde y Etoile. Nos desplazaremos al Bois de Bologne
para reproducir la escena de la gran debacle final, de la «Gran
Batuda». Leeremos el pasaje en un chateau del jardín botánico de
París. Iremos a la Rive Gauche, pasando por el Café de Flore, la
Sorbonne y Odeon-Saint Michel en el barrio latino. El último día,
nos trasladaremos a Versalles.
-¿Qué repercusión tiene Llorenç
Villalonga?
-Tiene contacto con algunos escritores, pero son contactos
literarios de antes de la guerra, de gente que había estado en
Mallorca. Villalonga no es conocido en París. A nivel español, hay
un momento de interés en Llorenç Villalonga durante los años de la
transición, porque supone una serie de compromisos entre el
castellano y el catalán. Se representan sus obras de teatro, se
rueda «Bearn», Televisión Española programa series a partir de sus
novelas, aparece una versión televisiva y otra radiofónica de Un
estiu a Mallorca. Después se ha olvidado muchísimo, incluso en el
conjunto de la literatura catalana.
-¿Cuál cree que es su auténtica relevancia como
escritor?
-Destacaría unos valores que me parecen ciertos como son «Mort de
dama» y «Bearn» porque representan, aparte de la lectura de la
decadencia de una aristocracia en un determinado momento, un
ejercicio muy relacionado con la tradición del humanismo liberal
relativista. «Mort de dama» tiene la virtud de ser una sátira
divertida, un libro de lectura agradable. «Bearn», más allá del
ambiente histórico, es una profunda reflexión sobre la identidad,
la verdad y la falsedad.
-«Bearn» y «Mort de dama» pertenecen a la primera etapa
del escritor.
-La primera etapa está relacionada con las problemáticas personales
pero de una gran profundidad de análisis. En la última parte de su
producción, a partir de «El ángel rebelde», esto se transforma en
una reflexión sobre la moral personal y colectiva. Villalonga no
tiene un estilo brillante, le interesan más las ideas que transmite
pero es de una gran inteligencia.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.