El ciclo «Waiting for Waits» acoge la curiosa pócima folk de Andrew Bird

«The mysterious production of eggs» es el último largaduración de Andrew Bird en dos años, el número ocho de su corta pero prolífica carrera. Se trata de una oportuna combinación de sonoridades en la que se trenzan el folk, el jazz y el pop. Curiosa pócima, sí, pero sobre todo en directo. Según explicó ayer Bird, sus composiciones giran alrededor del violín, que resulta ser el instrumento que tiene a mano para recrear todos los sonidos que quiere. En concierto, es el arma principal de su arsenal de melodías y elocuencia creativa que dispara para acto seguido crear una base con un pedal de sampleo, al que añade capas de guitarra eléctrica y glockenspiel, que acompañan a su voz y sus silbidos.

El músico americano reconoció que antes sus composiciones «estaban ceñidas a la historia de la música», un efecto causado «por su formación clásica». No obstante, su intuición le llevó a adentrarse en nuevos caminos, que le han valido el crédito de la prensa especializada. Esta travesía responde, en palabras de Bird, «a la necesidad de sorprenderme a mi mismo, excitarme cuando escucho cada nuevo tema. Por ello, no sólo me conformo con la música que tengo en mi cabeza, sino que trato de experimentar con ella».