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P.G.

El Casal Balaguer inauguró ayer por la noche una exposición que revisa la trayectoria del artista menorquín Josep Vives Campomar. La muestra se compone de una selección de 55 pinturas y grabados.

Según el artista, el montaje permite que el espectador conozca la evolución que ha experimentado su pintura desde los años 60, «cuando inicié mi andadura en el mundo del arte», hasta la actualidad. En opinión de Vives, para quien «pintar es lo que me permite ser un hombre», «más que una evolución estilística se trata de una evolución técnica, porque pinto siempre el mismo cuadro pero de forma diferente, como el que mira el mundo cada día de manera distinta».

Los paisajes, las naturalezas muertas y, últimamente, el retrato, son los ejes temáticos de su obra. «Pinto lo que me enamora, las cosas humildes y sencillas, sin caer nunca en fórmulas convencionales».

Aunque en la exposición se incluyen piezas del primer periodo pictórico, una parte importante de la muestra recoge los trabajos del artista de los últimos años, de 1999 a 2005. Estas pinturas «son las que reflejan mejor la evolución experimentada por el autor», según Cristina Andreu, comisaria de «Josep Vives Campomar: Trajectòria d'un artista menorquí». «Su obra es muy reflexiva, está muy pensada. En ella, la construcción del hecho pictórico mediante la solidez y la presencia de los objetos son los rasgos esenciales que caracterizan sus cuadros». Unos cuadros que transmiten «una atmósfera densa, pesada».