Siempre se le ha tenido por uno de los cerebros de su
generación: alguien que se pasaba el día viendo películas, leyendo
sobre películas, imaginando películas. Peter Bogdanovich se lo toma
con calma. Lleva casi una década sin firmar ningún proyecto de
cierta relevancia. Últimamente trabaja, sobre todo, para la
televisión y escribe libros. Empieza a soplar el viento en la
terraza de su hotel en Deià. Dentro de unas horas participará en la
segunda edición de las tertulias organizadas por la franquicia
mallorquina del Hay Festival. La suya fue una de las visitas más
destacadas del programa, pero no era la primera vez que viajaba a
Mallorca.
-Durante los últimos diez años ha trabajado, sobre todo,
para la televisión. Supongo que es un medio bastante
diferente... -No veo tanta diferencia entre la televisión
y el cine. Lo único es que tienes menos tiempo, pero para mí el
proceso es el mismo. Trabajas con más presión, tienes que ir más
rápido. Pero estoy acostumbrado: mi primera película la filmé en
veintitrés días, que es más o menos el tiempo en el que tienes que
filmar para la televisión. Eso solo supone que tienes que saber lo
que quieres y conseguirlo rápido.
-En otros tiempos la televisión era algo así como el
infierno para un director de cine. Eso ha cambiado.
-Nunca he tenido una actitud 'snobista' hacia la televisión. Para
mí no deja de ser una película o algo bastante parecido. Ahora,
creo, se cruzan el cine y la televisión mucho más de lo que nunca
se han cruzado, y eso está bien. Para mí se trata siempre de contar
una historia.
-Creo que está usted trabajando en una nueva película,
«Roman Nights». ¿Es cierto?
-Estamos trabajando en el guión, pero no hay nada definitivo. A la
vez estoy trabajando en otros proyectos. De hecho estoy en el
proceso de cásting de algunos. ¿Qué película haré primero? No lo
sé, la verdad. Podría ser cualquiera de las cuatro o cinco
películas en las que estoy trabajando, pero «Roman Nights» aún está
verde.
-¿Ha leido el libro de Peter Biskind «Moteros
tranquilos, toros salvajes»? ¿Le hace justicia a su
generación?
-No me gustó el libro. En realidad no lo he leido, porque leo dos
frases y me enojo. Creo que la gente escribe sobre esa era, la de
finales de los sesenta y principios de los setenta, porque allí
empezó mucho de lo que está pasando hoy en el cine: la
independencia, la gente intentando hacer películas más pequeñas,
pero más importantes, hablar de cosas... Hay una reacción hacia las
grandes producciones de Hollywood y creo que los directores jóvenes
se dan cuenta de que nosotros hicimos entonces lo que ellos quieren
hacer ahora.
-Al menos consiguieron hacer un cine más 'europeo', si
me permite la expresión, más intelectual y atrevido. Un cine más
allá de John Wayne matando indios.
-Éramos todos muy jóvenes y teníamos un punto de vista muy
diferente. Sí que nos influyeron mucho los directores europeos.
Supongo que sí, que el cine americano se hizo más europeo, y en
cierto grado eso aún es así.
-Echando la vista atrás, ¿Con qué película se quedaría
de las que ha dirigido?
-Se supone que los padres no tienen hijos preferidos, pero, por
razones muy personales, mi película preferida de todas las que he
hecho es «They All Laughed» («Todos Rieron», 1981). No digo que sea
mi mejor película, pero es mi favorita.
-¿Ve sus propias películas?
-No. Sólo cuando alguien viene a casa y le apetece verla o cuando,
como he hecho últimamente, tengo que preparar un DVD. Algo que
acabo de hacer con «The Thing Called Love» («Esa cosa llamada
amor», 1993).
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