27/11/05 0:00
PAQUITA JIMÉNEZ (PARÍS)
«Todo el encanto del viaje es que nos dirijimos a un paraíso
perdido». En sus «Falses memòries», Llorenç Villalonga reconocía de
esta forma la dificultad de encontrar los lugares, las emociones y
las maneras de vivir que había conocido e idealizado cuando visitó
París por primera vez en 1929. Desde entonces, han pasado 76 años y
para el grupo de mallorquines que está en la capital francesa
buscando los pasos del escritor, las señales del paso del tiempo no
han pasado desapercibidas.
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