Rogelio Araújo, Pere A. Serra, Tinita Ramon, Albert Ferragut, Joan Miralles, Jaume Matas y Miquel Nadal. Fotos: TERESA AYUGA

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El Museu Es Baluard incorporó ayer dos nuevas obras a sus fondos. Se trata de un cuadro del recientemente fallecido Nadal Ferragut, donado por su viuda y su hijo cumpliendo el expreso deseo de Ferragut, que quería que el centro contara con un lienzo suyo; y una obra de Joan Miralles, donado por el propio artista. Ambos representan dos paisajes de Palma. El evento fue muy emotivo, sobre todo para la familia de Ferragut, que se emocionó. Las piezas fueron presentadas por el presidente de la Fundació Es Baluard, Pere A. Serra, y por Jaume Matas, patrono de la fundación y presidente del Govern. Les acompañaron los patronos Miquel Nadal, vicepresidente del Consell, y Rogelio Araújo, concejal de Cultura de Cort.

«Esta donación significa que Es Baluard ha calado en el corazón de Mallorca y de los artistas isleños, demostrando que cumple su función: ser un centro para Mallorca y los mallorquines», aseguró Pere A. Serra. El presidente de la fundación adelantó que Es Baluard está a punto de incorporar una importante obra de Joaquim Mir. Jaume Matas, por su parte, destacó cómo el museo se retroalimenta: «Por una parte tiene una gran proyección exterior y, por otra, incorpora obra de artistas mallorquines, cuya carrera culmina incluyendo una pieza en el museo más emblemáticos de Balears».

Al acto asistieron la viuda de Nadal Ferragut, Tinita Ramon, y su hijo, Albert Ferragut, además de Joan Miralles y el presidente del Grupo Oliver, Guillem Oliver, quien estuvo acompañado por sus hijos Toni y Maria Antònia. «S'Hort del Rei i el llac», de Nadal Ferragut, es un acrílico sobre tela que representa s'Hort del Rei, con la Seu de fondo, y que el artista pintó en el 2000. «Nadal estaba obsesionado con los paisajes, con las arquitecturas», dijo Tinita Ramon. El cuadro de Joan Miralles muestra otro paisaje diferente, el de los tejados de Ciutat. «Es una vista captada desde la terraza de mi casa de Palma», dijo Miralles. Para el pintor, se trata de «uno de esos 1.000 rincones que esconde esta ciudad y que se escapan de otros más conocidos».