Matas y Tomàs, colocando la primera piedra de las obras de rehabilitación del claustro. Foto: SEBASTIÀ AMENGUAL

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PEDRO AGUILÓ MORA / NEUS LÓPEZ

De «día histórico» calificaron la jornada de ayer el president del Govern balear, Jaume Matas, y el alcalde de Llucmajor, Lluc Tomás (PP), tras escenificar la colocación de la primera piedra de las obras de rehabilitación del claustro del convento de Sant Bonaventura. Un gesto que sirvió de broche a seis años de gestiones y esfuerzos encaminados a restaurar y recuperar el monumento civil, según el alcalde, «más importante» de la capital del Migjorn. Asimismo, Tomás no quiso concluir el acto sin hacer una mención muy especial al recientemente fallecido historiador, cronista e hijo ilustre de Llucmajor, Bartomeu Font Obrador, «figura clave y uno de los impulsores» del proyecto, añadió. Por su parte, el president Matas se sumó al reconocimiento de la figura de Font Obrador, así como a la del resto de personas que han colaborado en hacer de la rehabilitación del claustro de Sant Bonaventura una realidad, al tiempo que destacó y alabó la firmeza mostrada por el Consistorio y los vecinos de Llucmajor a la hora de velar por el patrimonio del municipio. «Este acto simboliza la voluntad de este pueblo por recuperar su patrimonio histórico», subrayó el jefe del Ejecutivo balear.

El de Sant Bonaventura, levantado en 1679, fue uno de los últimos conventos construidos en Mallorca por los frailes menores franciscanos. No obstante, el plan de reformas hacendísticas y administrativas impulsado en 1835 por el liberal Juan Àlvarez Mendizábal, y la consiguiente extinción de algunas órdenes religiosas y la incautación de sus bienes, hizo que el claustro del convento pasase a manos del Estado.

Posteriormente, en 1842, tras numerosas gestiones llevadas a cabo por el entonces alcalde Joan Caldés, el Ajuntament de Llucmajor consiguió la titularidad del claustro, convirtiéndose así en recinto municipal destinado a hacer las veces de hospicio, prisión, matadero, juzgado y cuartel del ejército. De 1886 a 1999, el claustro sirvió de acuartelamiento a la Guardia Civil, al tiempo que también albergó varios almacenes municipales y el juzgado de paz. La iniciativa de recuperar y rehabilitar el claustro como centro cívico y cultural surgió en el año 2000 con la creación de la Fundació per la Restauració de l'Antic Claustre de Sant Bonaventura. Tres años después, el Govern dio el espaldarazo definitivo al proyecto destinando tres millones de euros a su ejecución.