La implantación de nuevas órdenes religiosas, las reformas que
se produjeron en algunas de ellas y los cambios promovidos por el
Concilio de Trento se encuentran en el origen del espectacular
aumento de conventos en la Mallorca de los siglos XVI y XVII. Tanta
fue la fiebre fundadora que entre 1572 y 1602 surgieron 11, el
mismo número que en los trescientos años anteriores, y otros tantos
en el siglo XVII. Ahora, cinco de ellos conseguirán la máxima
protección patrimonial que otorga el Consell Insular, la de Bien de
Interés Cultural (BIC) con categoría de monumento, según
recomendación de la Ponencia Técnica de Patrimoni Històric de la
citada entidad del pasado día 7. Serán el de las Tereses y el de la
Purísima Concepció (Palma), Sant Vicenç Ferrer (Manacor), Sant
Agustín (Felanitx) y Sant Bartomeu (Inca).
El expediente que se incoará a cada una de estas edificaciones
incluye el convento y la iglesia. Todos estos inmuebles, que
presentan diferentes estados de conservación o de uso -por ejemplo,
los de Manacor y Felanitx no están ocupados por órdenes
religiosas-, se enmarcan «en unas pautas estilísticas barrocas»,
aunque «presentan importantes diferencias, fruto de las
especificidades de las órdenes que las crearon», según explicaron
técnicos de Patrimoni.
Joan Mas, director insular de Patrimoni Històric, de cuyo
departamento salió la propuesta de protección para estos conventos,
sus iglesias y sus entornos -como, por ejemplo los huertos-,
explicó ayer que con este paso, la Conselleria de Territori
continúa la política de protección «que se inició con los de los
Mínimos en distintos lugares de la part-forana» y que fueron los
técnicos los que los seleccionaron «atendiendo a sus
características, en todos predomina el barroco». Entre lo que
diferencia a estos cinco conventos, se destaca, entre otros
aspectos, «la especial relevancia que adquiere la iglesia en el
caso del de las Tereses», situado en La Rambla palmesana, «para la
que se adoptaron soluciones totalmente novedosas a nivel
constructivo». Impulsado por Elionor Ortiz i Ginard, nacida en
Palma en 1577 que había profesado en el Carme de Ciutat, no fue
hasta 1617 que se obtuvo el permiso de la autoridad eclesiástica
para poner en marcha el monasterio, lo que hicieron unas monjas
llegadas de Guadalajara, aunque Elionor y otras beatas ya vivían en
comunidad desde 1616 en una casa donada por su hermano, situada
junto a la Riera, lo que ya condicionó la futura configuración del
inmueble. En cuanto a Sant Vicenç Ferrer «su construcción
constituyó la iniciativa de carácter monumental más importante
promovida durante la edad moderna en Manacor» y su claustro goza de
protección estatal desde 1919. Desde el CIM también se justifica la
máxima protección por el «importante patrimonio mueble que se
conserva en sus iglesias y espacios conventuales que no sufrieron
de manera sangrante los proceso desamortizadores o en los que, como
consecuencia de los mismos, reunieron parte del patrimonio de otros
desaparecidos».
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.