El Museo Marítimo de Barcelona presenta «Piratas», un repaso
histórico de la piratería desde las primeras navegaciones
comerciales hasta nuestros días en la que las Balears están
presentes. El montaje comienza en la Edad Antigua y termina con los
traficantes actuales de las costas africanas, americanas y
asiáticas.
La exposición contiene maquetas de galeras utilizadas por los
piratas y para defenderse de ellos, objetos confiscados durante los
asaltos, cartas náuticas, pinturas, armas y escenografías que
recrean el universo de los ladrones en diversas épocas.
La sección dedicada al Mediterráneo ocupa un lugar preferente y,
en ella, destaca la Carta Náutica de Pietro Russo, en 1508, de la
Escuela Cartográfica Mallorquina, un pergamino en tinta, propio de
la época más dinámica del Reino de Aragón, protagonista de una gran
expansión por todo el Mediterráneo. Las atarazanas reales de
Barcelona fueron el principal arsenal de la Corona de Aragón, donde
se construían las galeras que protegían el comercio y que imponían
el poder de los reyes aragoneses sobre sus enemigos, principalmente
Génova y Al-Andalus. Allí se fabricaron también las galeras, nave
de guerra por excelencia en el Mediterráneo, para defenderse de los
ataques de piratas y corsarios. La galera fue el vehículo ideal
tanto para el ladrón como para el perseguido. Frente a los enemigos
venecianos, genoveses, pisanos, franceses o musulmanes, se
instrumentalizaron algunas formas de piratería cuyo principal
objetivo era el desgaste del contrario.
En una de las vitrinas de la muestra se dispone de una maqueta
de una torre de vigilancia de Formentera. A partir del siglo XVI,
las comunidades costeras tomaron medidas para neutralizar las
invasiones. Una de esas previsiones fue la construcción de torres
por el litoral, desde donde se advertía a la población, con
hogueras en la parte superior de la torre, de la presencia de
corsarios y se organizaba una flota de vigilancia y
guardacostas.
La figura del corsario apareció con la caída del Imperio Romano
y, a partir del siglo IX, a los piratas mediterráneos se les
sumaron los vikingos. La expulsión de los musulmanes no conversos
de la Península Ibérica en 1500 forzó un aumento de incursiones de
corsarios del norte de Àfrica. Durante la Edad Moderna, el
Mediterráneo siguió siendo el escenario de la actividad corsaria
protagonizada por las potencias cristianas y el imperio Otomano.
Los corsarios fueron utilizados para luchar con los respectivos
enemigos, y de esta manera debilitarlos. De esta época se muestran
varios grabados de piratas, una pintura sobre la batalla de Lepanto
y varios modelos de jabeque, embarcación típica usada en las
pugnas.
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