Urge Overkill han sido uno de los grupos más iconoclastas del
rock de los noventa. En contraposición al desaliñado grunge ellos
practicaban un rock estilado y glamuroso. Sus dos últimos discos
hubieran merecido una mejor suerte comercial, pero
«Saturation»(DGC, 93) y «Exit the Dragon»(DGC, 95) siguen sonando
grandiosos. En realidad sólo han acariciado emainstream con la
versión de Neil Diamond que Quentin Tarantino incluyó en la banda
sonora de «Pulp Fiction».
«No puedes decidir qué le va a gustar a la gente», explica Eddie
«King» Roeser, motor de Urge Overkill junto al figura Nash Kato.
«Cuando grabamos ese tema, mucho antes de que nos lo pidieran para
la banda sonora, nunca nos lo hubieramos imaginado. Eso demuestra
que no puedes elegir qué va a ser un éxito. Son un cúmulo de
casualidades». Después de superar la frustración y las peleas
posteriores a «Exit the Dragon», los dos se volvieron a reunir. Han
sacado brillo al nombre de Urge Overkill gracias a las giras en
formato acústico y han fichado al bateria Brian Quast, de The
Cherry Valance. Ahora ya piensan en un nuevo dico. «No sé si
estamos preparados. Mucha gente nos pregunta por qué no nos metemos
en el estudio ya y sacamos el maldito disco, pero es que nunca
hemos sido de esas bandas capaces de girar y componer a la vez.
Hemos grabado un par de cosas nuevas y todo el mundo que las ha
escuchado nos dice que están bien, pero esperaremos aún algo
más».
Hoy en el Teatre Xesc Forteza repasarán sus cinco discos, de los
que dicen sentirse orgullosos: «Tocar en acústico te obliga a ser
mejor, porque no puedes esconderte detrás del ruido. Siempre hemos
tocado muy fuerte en directo. En realidad esto fue idea de un amigo
nuestro, que nos propuso un concierto en este formato en Los
Angeles. Quizás deberíamos haberlo probado antes, porque las
canciones funcionan y no tienes que cargar con tanto equipo». Kato
y Roeser vuelven, además, a llevarse bien, después de muchas
peleas. «No es que la tensión haya desaparecido. Creo que hay una
tensión saludable, que es buena para componer canciones. Cuando nos
separamos, la mayoría de las peleas no se debían a eso sino a toda
la mierda que tomábamos. Nos metíamos un montón de drogas y no nos
entendíamos entre nosotros». Superadas sus adicciones y la
frustración que supuso quedarse con la miel del éxito en los
labios, mientras otros se llevaban la gloria, parece que Urge
Overkill están listos para recuperar su propia leyenda: la de las
últimas rock-stars auténticas de los noventa. En su currículum
siguen brillando temas como «Tequila Sundae» o «Sister Havana» para
atestiguarlo, himnos de alcohol y estupefacinetes de cuya resaca
ellos se acaban de levantar.
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