A Moncho Borrajo se le podría considerar como el 'rey de la burla' aunque más bien le pega ser un 'cortesano del humor'. Prefiere un pequeño escenario a un gran teatro. Escribe poemas, pero todavía no los publica. Adora a los niños, pero aún no les ha dedicado una obra. De momento, sigue mostrando su versatilidad sobre las tablas. Este semana le toca al Auditòrium de Palma. «España Cabaret» está a punto de abrir sus puertas.
-Las historias sobre cabarets, ¿todavía interesan al público?
-Sí. Forman parte de la idiosincrasia de todos los pueblos. Es un elemento sencillo, pero, a la vez, uno de los más difíciles de hacer porque no hay ningún truco, es todo real.
-¿Dónde reside el éxito de este tipo de espectáculos para que sigan vigentes en pleno siglo XXI?
-Básicamente, en tres apartados. En primer lugar reúnen lo prohibido, ya que nunca estuvo bien visto. También lo atractivo, porque comenzaba por la noche y podías tomarte una copa, no como en un teatro. Y por último, lo fresco, porque eran actrices que querían triunfar o viejas glorias que ya habían saboreado el éxito.
-¿«Cabaret España» es una obra nostálgica?
-No. Es una burla del cabaret. Habla de lo que pasaba en estos clubes antes, pero con las cosas de ahora.
-Los personajes de la obra, ¿son más de cabaret o de revista?
-Es una mezcla. Hay momentos que son totalmente de revista, pero luego hay otros que son de cabaret. El comienzo es muy cabaretero, con bastantes referencias a los años 50, 60 y 70, pero también hay constantes referencias actuales.
-¿Ha sido difícil no caer en los tópicos de los cientos de obras que ya se han hecho sobre esta temática?
-Sí. Realmente, lo que pretendíamos era hacer un producto fresco y no caer en lo chabacano. Así se puede ser un rato, pero no toda la función.
-¿Qué tal ha sido trabajar con una vedette mallorquina?
-Un lujazo. Eloísa Martín es una mujer muy disciplinada, pero, sobre todo, sabe centrarse y aprender. Todo lo que le dices lo da por sabido. En ocho meses no hemos tenido ni un problema.
-¿Aún no está cerrada la polémica con Rosa Valenty?
-No. Habrá que esperar a ver lo que dicen los jueces. Pero los malos tratos no existieron en ningún momento. Rosa Valenty nos denunció por despido improcedente. Si el juez le da la razón y hay que pagarlo como tal, se pagará.
-¿Qué le da el público de Mallorca para que venga tan a menudo?
-¡Me encanta! Y mira que tiene fama de ser serio y seco, pero conmigo no es así. Tiene su carácter, pero a mí ya me conoce. Se pudo haber asustado la primera vez, pero ya no. Prefiero visitarlo en esta época porque viene más a verme. En plena temporada alta es más difícil que venga. Aquí me siento como en casa, son muchos años. Paseo por las calles de Palma y hablo con la gente. Les demuestro que no soy un famoso intocable, soy un famoso tocable.
-Con el paso de los años ¿se ha vuelto más polifacético?
-Sí. He aprendido a aprender de todos. Me gusta más ser aprendiz de muchos que maestro de nadie. El que se cree maestro deja de aprender.
-¿Sigue con su otra pasión?
-Sí, sigo pintando y haciendo fotografías. Llevó más de 100 exposiciones. También escribo poemas. Cuando tenga más tiempo, editaré un libro con ellos.
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