En la imagen puede verse la protección que se puso a la capa pictórica para su posterior separación.

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L.MOYÀ

El proceso de restauración vivido por las pinturas que cubrían la bóveda del Teatre Principal acaba de editarse. Una publicación desgrana los pormenores de la intervención, desde el estado de conservación antes de la recuperación hasta el trabajo realizado en el taller, pasando por el traslado y el tratamiento. El volumen ha sido editado por la empresa que se ha encargado de la labor, la U.T.E. Conservación Restauración Siglo XXI-GEOGISA, a cuenta del presupuesto destinado por el Consell para la rehabilitación. La publicación empieza con un texto de Antonio Sánchez-Barriga Fernández sobre «La pintura decorativa en el teatro de Palma de Mallorca» en el que se recuerda el proceso de creación de los lienzos. «Las pinturas decorativas fueron encomendadas al maestro decorador parisino Félix Cagé», recuerda Sánchez-Barriga. Sin embargo, seis meses después de la inauguración del Principal, un incendio destruyó el interior del teatro. El encargado de reconstruir las pinturas fue el propio Cagé.

La restauración de los lienzos se realizó entre mayo y noviembre de 2005. La publicación explica la necesidad de la restauración, «las obras de rehabilitación integral del Principal», «el estado de conservación en que es encontraban» y el tipo de intervención apropiada, que no se podía hacer in situ, de ahí la necesidad de «retirar los lienzos y trasladarlos». Según el texto, el estado de conservación de las telas era «bueno». El mayor daño que se localizó estaba originado por «la acción de las filtraciones», lo que originó «la degradación del adhesivo utilizado para fijarlas» y produjo «fuertes manchas» que, a su vez, ocasionaron «cercos muy oscuros por la concentración de humedad y el escaso grosor de la tela».

De toda la bóveda, las escenas que representan el arte de la Lírica y el de la Comedia fueron las más afectadas. La publicación también destaca las intervenciones anteriores, que se centraron en poner «parches» que después eran pintados y en hacer repintes. Tras explicar los problemas encontrados, el volumen narra el tratamiento realizado. La protección inicial de la capa pictórica de zonas delicadas dio paso a un estudio y mapa de los lienzos. Después, se procedió al arranque por «la misma fragmentación y colocación original de cuando se realizó el montaje» y al embalaje. «Para su traslado, fue necesario colocar las piezas en tubos cilíndricos de cuatro metros de largo por cuarenta de diámetro». El trabajo en el taller se dividió en dos: el realizado en el reverso y en el anverso de las telas. En el reverso se hicieron dos intervenciones: limpieza y colocación de injertos para las lagunas que se consideró necesario. En el anverso, cinco: Eliminación de las protecciones de la capa pictórica, sentado, limpieza, consolidación y reintegración cromática. La limpieza del anverso de las piezas necesitó «numerosas pruebas de solubilidad» para determinar «los materiales» que componen la obra y, por tanto, los «diferentes sistemas de limpieza», como, por ejemplo, la goma de borrar.