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NICO BRUTTI

Ahora que todo ha terminado, Tutu-Pa incluido, y resuena alguna traca a lo lejos; cuando el humo de la pólvora y su acre olor se mantienen en el aire de la madrugada, casi el amanecer; el escenario en silencio y vacío, el mar del otro lado de la calle y la Seu como un mastodonte dormido, un hilo apenas audible se esparce por el Parc de la Mar como una suave brisa que recuerda una vieja canción, aquella que hace mucho tiempo compuso un catalán para evocar para siempre la noche mágica, la del solsticio de verano.

Pero antes que todas esas sensaciones quedaran allí, hubo una fiesta que se encargó de darle lustre, sonido y alegría a la nit de Sant Joan.

Hacia las ocho dio oficialmente comienzo la revetla de Sant Joan. Talleres infantiles que confeccionaban mocadors pintados por niños, mientras eball de bot era rigurosamente bailado por familias enteras, amigos y vecinos que se encontraban en la pista misma. Al Mayurqa animaba la velada, recreando su bonito repertorio de canciones populares con gran maestría. De pronto se apagaron las luces y se encendieron los dimonis. Correfoc y del bueno, dejado en expertas manos como los de Foktoria de Por, Dimonis d'Alaró y Na Marranxa. Hacia las once y pico, y con muchísima gente en el Parc, los Rock & Press se encargaron de hacer girar el dado para darle un poco de desenfreno a la muchedumbre. «La P con la P», «Mallorca VIP» o «Puto Guiri» fueron algunos de los demoledores temas cuestionadores que pasearon en su intenso show. Los chilenos La Mano Ajena hicieron que la nit y la gente adquirieran verdadero protagonismo. Se bailó y se disfrutó al compás de danzas sefardíes, canciones tradicionales de la europa del este, joropos venezolanos, un poquitín de dixie mezclado con aire de tango y más danzas. Un set fantástico para un momento único.

Le siguió La Gran Orquesta Republicana, viejos conocidos del público. Se mostraron frescos, divertidos, aparatosos y deshinibidos, desplegando un set cada vez más bailable y movedizo, al punto que muchos concurrentes subieron al escenario y compartieron tablado con los músicos.

La noche ya era madrugada cuando los Tutu-Pa dieron el toque final a la revetla. Como en aquella vieja canción del cantautor catalán, ese hilo musical, esa fragancia sutil decía más o menos: vamos bajando la cuesta, que arriba en mi calle se acabó la Fiesta.