Toquinho, ayer durante la presentación del concierto. Foto: SEBASTIÀ AMENGUAL

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LAURA MOYÀ

Cuando Toquinho sale a un escenario, su principal preocupación es el público, «lo más importante». Por eso, cuando se presenta por primera vez en un lugar, como hará hoy en el Auditòrium dentro del tercer Jazz Voyeur Festival, realiza un concierto casi a la carta. «Quiero mostrarles un mosaico de lo que soy, de mis cuarenta años de profesión». De ahí que combine canciones suyas con otras de autores contemporáneos brasileños y que pasé «del canto a la guitarra y viceversa». «Cuando interpreto la tercera canción ya sé hacia dónde tengo que ir. Ahí está mi juego».

Un juego que cambia cada noche y que improvisa constantemente, como la bossa nova. «Nunca he hecho bossa nova, es anterior a mí. Somos sus hijos». Su generación, formada por nombres como Jobim, Chico Buarque, Maria Bethânia o Caetano Veloso, creció con el rock pero optó por la música brasileña. «Disfrutamos de un Brasil emergente que vivía momentos de gran patriotismo. Fuimos una generación muy fuerte».

¿Por qué surgió? «Porque fue una época especial. El presidente Juscelino Kubitschek acababa de crear Brasilia, una ciudad extraña, bella, moderna, que permitió que apareciera un nuevo movimiento. Somos de ese Brasil, más honesto que el actual, que nos preparó. La música explotó con esa brasilidad». Por eso sus conciertos quieren explicar esa historia, porque «será difícil que se repita». «En la actualidad, no me gusta mi país». Sí existe un Brasil en el que sentirse «como un turista» por «su riqueza».

Toquinho y Rada. Jazz Voyeur Festival. Auditòrium. 35 y 45 euros. 22.00 horas