TW
0

¿Se imaginan ustedes a la alta nobleza asistiendo a una performance de estética sadomaso codo con codo junto a la gente de a pie? Por primera vez en los siete años de historia de la Nit Niu, el arte más provocador dejó el sábado por la noche la playa para adentrarse en el terreno hasta ahora reservado a los invitados exclusivos de la noche, en la casa conocida como Can Franth, gracias al afán provocador del artista mallorquín Joan Morey.

Durante años han sido muchos los que han cuestionado que el glamour de la Nit Niu, con invitados de lujo procedentes del mundo cultural, pero también de la nobleza europea, no fuera unido necesariamente al espíritu artístico de la noche de modo que eran muchos los invitados a la cena de gala que ni siquiera llegaban a pisar la arena de la playa donde seis artistas de renombre internacional presentan anualmente sus propuestas.

Esta vez, Joan Morey se lo puso fácil y montó su performance sobre la dominación del cuerpo humano en el edificio de Can Franth, a cuyas puertas asistía la nobleza y la jet-set al cóctel de gala ofrecido por Jaume Fluxà, auténtico inventor de la Nit Niu, muy comprometido con la expresión artística.

La proximidad de la performance hizo que fueran muchos los invitados del cóctel los que se atrevieran a acceder a Can Franth, pero lo que vieron dentro no gustó a todos, escandalizó, y mucho. Esa era la idea. La Nit Niu se consolida así como la abanderada del arte más provocador y atrevido, en una edición, la número siete, coordinada por el crítico de arte Juan Antonio Àlvarez Reyes y que provocó situaciones realmente excepcionales.