Cordial, dialogante y expresivo, así es Claudio Gabriele, un productor cinematográfico que reivindica los sueños como expresión de vida, como método de supervivencia. Ha trabajado codo con codo junto al gran cineasta italiano Michelangelo Antonioni en cintas como «La aventura», «El reportero», «Blow up» o «Eros». Apasionado como es del cine, le une a Mallorca el empeño de crear una muestra de jóvenes realizadores en Palma, proyecto que colea desde hace ya casi una década.
-La primera pregunta a formular es obvia. ¿Necesita Palma otro festival de cine?
-Existen quinientos festivales de cine en el mundo y no parece haber una razón notoria para crear uno nuevo. Sin embargo, un buen argumento sería que un festival bien organizado conlleva una cobertura mediática que convierte el evento en una gran vitrina en la que exhibir las bondades de esta tierra.
-Y en el que exhibir buen cine.
-Lo más importante no es el efecto sino la consecuencia, que no es otra que hacer crecer el cine como el mejor instrumento de democracia.
-Y, de paso, dar alas a los jóvenes, finalidad primordial del festival.
-Hay que incentivar a los jóvenes, que están muy confundidos y alejados de la cultura. A través del cine, los pueblos hablan de sus raíces, de sus experiencias, una realidad que hay que acercar a los jóvenes para fomentar la tolerancia.
-Una gran meta, dados los tiempos que corren.
-Como alguien dijo: «Tengo un sueño». Creo que entre todos, y a través del cine, podríamos encontrar la clave para un mundo mejor.
-Y más abierto a las diferencias, ¿no es así?
-Mire, le pondré el ejemplo de dos de las mejores películas que he visto en los últimos años, casualmente ambas españolas y de Pedro Almodóvar, «La mala educación» y «Volver». En ellas se indaga en aspectos sobre la condición familiar, homosexual, etcétera. Si ofrecemos estas realidades a los jóvenes, no cabe duda de que asimilarán esa información y se la transmitirán a su entorno, crearán laboratorios en los que compartir sus sentimientos y dejar de hablar de otras cosas.
-Con tan buenos propósitos, ¿qué hace falta para que el sueño se convierta en realidad?
-Financiación y coraje. Es cierto que hay muchas cosas que hacer para la comunidad: hoteles, escuelas, calles... No obstante, una administración inteligente debería pensar que el cine es un instrumento cultural que puede tener un increíble efecto tanto aquí como en el exterior.
-«Con la Iglesia hemos topado».
-Si un gobierno toma una decisión como ésta, puedes estar seguro al 99 por ciento de que la oposición estará en contra y argumentará que se está tirando el dinero.
-¿Con quién se ha entendido mejor, con Matas o con Antich?
-He tenido la oportunidad de conocer mejor a Matas. Creo que el de gobernante es un trabajo muy difícil porque tiene que cuidar muchos sueños, no sólo uno.
-Hablemos de Antonioni. ¿Qué le ha enseñado el maestro?
-A vivir. Hace muchos años, estábamos en su casa de campo, sentados en el jardín. Michelangelo se quedó observando fijamente un hilo de hierba y yo le pregunté qué estaba mirando. El me respondió: «No te quedes nunca con la primera imagen, no encontrarás allí la realidad, porque hay otra detrás, y otra detrás... Quizás no encontrarás nunca la verdad, pero éste es el único camino para buscarla».
-O quizás la puedes encontrar muchas veces, como ha hecho él.
-Y es que Antonioni no es sólo un gran cineasta, es un visionario de la forma y del alma. De hecho, el próximo 29 de septiembre cumple 94 años. Ese mismo día, inaugurará una exposición con los cuadros que ha realizado en los últimos tres años. Será en Roma, en el edificio en el que rodó «El eclipse», obra del gran arquitecto Renzo Piano.
-¿De cineasta a pintor?
-La pintura siempre ha sido muy importante para él, era lo primero que quería conocer siempre que visitaba un nuevo país. Esta búsqueda de la estética le ha dado mucha fuerza al contenido de sus películas. ¡Cómo olvidar «Zabriskie Point», tan actual hoy en día!
-Títulos como ése le han convertido en inmortal.
-Y han tenido una gran influencia en muchos discípulos, porque no hay nadie en el mundo capaz de lograr un lenguaje tan personal como el de Antonioni. Si alguien tiene tiempo y ganas, me gustaría recomendar la lectura de una carta que el escritor y filósofo francés Roland Barthes escribió a Antonioni, una especie de ensayo en la que describe la grandeza del maestro. Este texto se puede encontrar fácilmente en Internet.
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