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R.C.

La estación del tren de Sóller en Palma cuenta, desde finales de agosto, con un espacio expositivo en el que se exhibe la muestra Cinquanta paisatges de Mallorca, comisariada por Dolores Duran. La reconversión del hangar de la estación en una sala de exposiciones, de 240 metros cuadrados, es una iniciativa emprendida por la Fundació Tren de l'Art, presidida por Pere A. Serra, presidente del Grup Serra.

La actuación en el edificio ha sido ideada por la arquitecta Rosa Suárez, quien explica que su trabajo ha consistido en una intervención «mínima, muy respetuosa», en la que se ha dado importancia a las vías ferroviarias, a la vista del público tras un cristal en el suelo, para «potenciar la fusión entre transporte y arte». En cuanto a la exposición, Cinquanta paisatges de Mallorca es una reunión de diversos pintores, algunos locales, otros atraídos a la Isla por la luz y la energía de sus paisajes. Gelabert, Aligi Sassu, Herman Bruck, Giraldi Silvano, Dionís Bennàssar, Juli Ramis... son algunos de los nombres que dan forma a esta muestra.

«El flujo de visitantes a este nuevo espacio de la ciudad es continuo, tanto turistas como residentes», explicó la responsable de la sala, Carolina Sastre. Un ejemplo de ello es Blanca Martínez que se había acercado a la sala «expresamente» para conocerla de cerca y dijo haber tenido «una grata sorpresa». «Me encanta como se ha solucionado la restauración arquitectónica, dejando a la vista las vías del tren. En cuanto a la exposición, yo me quedo con la obra de Joan Fuster y Dionís Bennàssar». Del mismo parecer fueron Maria Estaràs y Pep Ródenas, que destacaron «el interés por conservar el patrimonio cultural de la Isla que lleva implícita esta iniciativa».

Según David Evans, galés que reside en la Isla desde 1959, «es increíble lo que han hecho con este edificio, parece imposible llevar a cabo una restauración tan limpia». Sobre los paisajes dijo que le transportaban «a la Mallorca de antes», una Mallorca que les hubiera gustado conocer a Consuelo Martínez y a José Antonio Carrasco, una pareja de turistas murcianos que aplaudieron la restauración del hangar «en la que se ha sabido fusionar lo moderno con lo antiguo».