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LAURA MOYÀ

La gala de los Ciutat de Palma sorprendió ayer por su modernidad. El hecho de que unas exhuberantes bailarinas de danza del vientre coparan la atención de los presentes fue un síntoma, aunque no lo fue menos la inclusión de un bailarín contemporáneo o de un grupo de música más oriental que occidental. Los encargados de abrir la velada fueron los miembros de la Associació Música i Joves, que interpretaron varios fragmentos de La flauta mágica, de Mozart, con lo que conmemoraron el 250 aniversario del nacimiento del compositor austríaco. Después, la compañía En Blanc representó una escena de La capsa de Mu, su «particular visión de los musicales», como recordó Maria de la Pau Janer, presentadora del acto. La escritora se encargó de resumir los principales acontecimientos culturales de 2006, recordando algunas de las exposiciones del Museu Es Baluard o la Fundació Pilar i Joan Miró o los libros editados por historiadores como Maria Barceló y Guillem Rosselló Bordoy, entre otros.

La primera revolución llegó con Carles Miró. El bailarín escenificó dos de sus coreografías, Detrás de ti y Encuentro 1, que estrenó en Bellver. Acompañado por Toni Amengual a la percusión y Lucía Llull al piano, Miró se dejó llevar por movimientos cercanos a la capoeira y a los automatismos.

Del resto se encargaron el grupo Goo Doo y las bailarinas del Karine Tribal Group. Música de otros rincones del mundo para acompañar a danzas del vientre también lejanas. Primero apareció una y, después, cinco más. Algunos de los presentes se quedaron atónitos ante tanta dosis de movimientos de cadera. Un empacho muy comentado. Fue el final de una gala más original que en otras ocasiones, tal vez más moderna, que se abrió al mundo y acercó hasta Palma las culturas de otros lugares.