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JAVIER J. DÍAZ

José Corbacho se las sabe todas, pero, además, sabe que es mucho mejor que hablen de uno mal, a que no hablen. Por eso le da igual vestirse de Francisco de Goya, retardar media hora la señal de la emisión de la ceremonia de los XXI Premios Goya, inventarse una alfombra roja, pero de otro color, o ponerse como blanco de una diana en la que, pase lo que pase, van a ir a dar todos los dardos.

Bajo estas premisas partía la gala del domingo. Con TVE volcada retransmitiendo desde las 20.30 horas la llegada de las celebrities del cine español, la alfombra verde fue el primer atractivo de una noche con demasiadas reminiscencias a pasadas galas del lejano tío Oscar, pero que 'españolizadas' de la mano de Corbacho engancharon a un millón más de espectadores que en 2006, quién sabe, quizás a los seguidores de Hommo zapping, hartos ya de ver el DVD de Tapas.

El pescado se comenzó a vender de forma atípica. Corbacho apareció vestido de Goya y los fantasmas de anteriores fiascos aburridos, -como el año de Antonia San Juán, el de Animalario, etc-, volvieron a aparecer. Pero duraron poco. Tanto como lo que el señor disfrazado se quedó con la audiencia, con los actores y con los periodistas de la sala de prensa entregando un premio falso. Casi todos picaron.

Corbacho se empezó a meter a la audiencia en el bolsillo, pero con media hora de retardo. A partir de ahí comenzó su festival de humor descarado, una fusión entre el pintor español y una pescadera que soltaba pincelazos con su lengua sobre los presentes, tal y como han hecho año tras año Billy Crystal y Woopy Goldberg en los Oscar.

Primero recibió a la ministra, -cuánto juego dan siempre los políticos si el presentador se atreve-, a la que le recordó su vestido del año anterior. A continuación, el turno fue para Viggo Mortensen, al que llamó «mafioso» porque llevaba el pelo engominado y a quien parodió después.

El pelucón de Carmen Maura en Volver tampoco se libró de sus críticas, incluso Daniel Brühl tuvo que ver cómo, tras otorgarse el Goya al mejor actor, le levantaba del asiento y le animaba a dedicar el premio que acababa de perder. Corbacho deseo ser la estatuilla cuando Pe la colocó entre su pecho; recordó la vuelta de Almodóvar a la Academia para luego no aparecer por la gala y clonó a una histriónica Isabel Coixet minutos antes de que la verdadera apareciera en escena. Incluso se atrevió a incluir sketchs, uno por cada filme que optaba a la mejor película.

Estrella Morente puso la voz durante el recuerdo a los que se fueron, entre los que apareció la fotografía de Margaluz, fallecida el 29 de enero de 2006.

Corbacho fue de nuevo muchos personajes en uno, y la noche volvió a convertirse en algo que puede ser divertido tras ediciones y ediciones de tedio.