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L.MOYÀ

El pasado lunes, una ráfaga de viento hizo que uno de los cristales de una de las vidrieras diseñadas por Miquel Barceló para la Capella del Santíssim se rompiera. Desde el Cabildo, se afirmó ayer que el principal motivo de este incidente fue, además del fuerte viento que azotó la Isla, «la mala colocación de los vitrales» por parte de los colaboradores del artista, según Joan Darder, presidente del Cabildo.

«El informe que han realizado nuestros técnicos, entre ellos el arquitecto de la Seu, Sebastià Gamundí, y el aparejador de las obras, Bartomeu Bennàssar, ha determinado que los cristales estaban deficientemente colocados», dijo Darder. ¿Por qué? «Porque estaban adheridos al marco sólo mediante cuatro puntos de silicona, lo que hacía que vibraran en exceso porque no estaban suficientemente sujetos».

Según Darder, «las prisas para que todo estuviera a punto para el día de la inauguración» hicieron que Jean Dominique Fleury, el maestro artesano francés que ayudó a Barceló en la realización de las vidrieras, apuntalara más que fijara los cristales. «Nos dijo que, más adelante, las aseguraría mejor».