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EFE |CÀCERES

El Archivo de la Corona de Aragón, el Real Monasterio de Yuste, el faro de Finisterre y la Residencia de Estudiantes de Madrid fueron proclamados ayer Patrimonio Europeo, una nueva categoría que pretende reforzar el sentimiento de pertenencia a la Unión Europea por parte de sus ciudadanos a través de lugares emblemáticos.

El acto de proclamación se celebró en el cacereño Monasterio de Yuste, y estuvo presidido por la ministra de Cultura, Carmen Calvo; y contó con la asistencia del presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra; el del Patrimonio Nacional, Yago Pico; la consejera de Cultura de Galicia, Anxela Bugallo; y el viceconsejero de Aragón, Juan José Vázquez, entre otros.

Calvo subrayó la importancia del acto porque «concita a construir una ciudadanía europea a través de la cultura y el papel que la cultura tiene que jugar para Europa». Explicó que la categoría de Patrimonio Europeo fue impulsada en un primer momento por los gobiernos de España, Francia y Hungría, y recogida más tarde por otros países con el objetivo «de que exista un itinerario de patrimonio europeo, es decir, de lugares que simbolicen, representen y que demuestren que la idea de Europa es muy larga en historia y que es muy importante que Europa esté unida y que la cultura nos una a los europeos».

José Vázquez, por su parte, explicó que el Archivo de la Corona de Aragón es un «archivo vivo» que sirve de referencia para el ciudadano europeo contemporáneo, y destacó la reciente constitución de su patronato, «que recoge la misma diversidad social, cultural y política de nuestro Estado y permite proyectar el sentido del archivo hacia el futuro de nuestro Estado y de la Europa que queremos construir». El Archivo de la Corona de Aragón, antigua cancillería real de la Corona de Aragón, creado por el Rey Jaime II de Aragón en 1318, ha sido elegida por ser «un lugar fundamental para conocer la historia del Mediterráneo y por tanto de Europa». El Real Monasterio de Yuste fue seleccionado por su «alto contenido simbólico», al considerarse el proyecto imperial del monarca como «uno de los primeros impulsores de la idea de una Europa unida». El faro de Finisterre significó «uno de los lugares míticos de la antigüedad, en el que los pobladores de Europa veían el fin de la tierra conocida», dada su situación geográfica. La Residencia de Estudiantes es reconocida por «su vocación de propiciar un diálogo permanente entre ciencias y artes» y por ejercer de «centro de recepción de las vanguardias internacionales».