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S.BENNASAR Esta historia empieza hace muchos años, el 30 de septiembre de 1940. Los protagonistas son un joven poeta de sólo 23 años y una poetisa mayor y consolidada. Su historia, once cartas. Sus protagonistas, Josep Palau i Fabre y Maria Antònia Salvà. Este breve epistolario ha visto la luz gracias al trabajo de Pilar Arnau, quien encontró las cartas, y a las Publicacions de l'Abadia de Montserrat, que las ha publicado en el volumen Estudis de llengua i literatura catalanes LVI. Homenatge a Joseph Gulsoy, 2.

La correspondencia entre ambos fue breve, como demuestra el número total de misivas intercambiadas, pero intensa. Arnau encontró las cartas de Palau investigando la correspondencia de la poetisa de Llucmajor con poetas occitanos. «Encontré las cartas de Josep Palau i Fabre entre la riquísima correspondencia de la autora que se encuentra en la Biblioteca Alemany de Palma. Por otra parte, las letras de Salvà proceden del archivo de la Fundación Palau a Caldes d'Estrac», explica Arnau.

A la importancia del descubrimiento, hay que añadirle la importancia del contexto en el que se enmarca: la posguerra, cuando Salvà es una de las pocas escritoras catalanas que permanecen en el país, y que se había manifestado fervorosa de Franco. Así lo demuestra la carta de Salvà a Mercè Massot, donde dice: «Cada día aumenta mi devoción y mi gratitud hacia insigne Caudillo Franco. Es verdaderamente el hombre providencial. Dios le bendiga». Esta carta fue publicada por Josep Massot i Muntaner, y Arnau la introduce en un pie de página. Por su parte, Palau i Fabre es un «jovencísimo literato republicano que en 1939 había sido hecho prisionero y trasladado al campo de concentración de Lleida. «Un año más tarde es liberado y se matricula de Filosofía y Letras en la Universitat de Barcelona», explica a Arnau.